domingo, 19 de diciembre de 2010

CONÉCTATE, LA VIDA ES UN PLACER!

Ya hemos abordado el tema de conectarnos con nosotros mismos como una forma de encontrar el verdadero amor, ese sin dependencias, y que nos lleva a tocar aquellos espacios sublimes y esenciales que son nuestro origen; pero esta vez mi interés de hablar de la conexión está ligado al mundo que nos rodea, visto como un espacio que también nos permite alcanzar esos estados de recuerdo del Amor original y de la paz interna tan añorada.

Partamos de la base de que todo aquello que vemos a nuestro alrededor, de que todo lo que nos pasa en la vida, aparentemente positivo o aparentemente negativo, es el resultado de nuestras decisiones que nacen de creencias y de la perspectiva que tengamos ante la vida. Somos lo que creemos ser, lo que se nos inculcó y lo que quisimos asumir como verdadero; pero lejos de querer caer en la víctima, estado en el que sentimos que tuvimos una vida tan dolorosa, tan triste o alejada de la Luz , y que por eso no podemos ver la hermosura de la vida, el objetivo es poder comprender que, por ejemplo, todo aquello que se nos transmitió sobre la vida es transformable desde el mismo momento en que decidamos cambiar nuestro punto de visión y percibir de otra manera las cosas. Nos es fácil seguir creyendo que somos limitados en ciertas áreas de la vida, o que hay que luchar y sufrir para alcanzar la abundancia, o que producto de que nuestros padres fueron de tal o cual manera con nosotros, no somos capaces de transformar nuestra relación con el mundo o con los demás, o que siempre dejaremos que pasen por encima nuestro o que no somos capaces de poner límites, o tal vez, seguir reproduciendo una dinámica de agresión que hayamos vivido en la infancia…, en definitiva, nos es fácil caer en el sentimiento de que las cosas externas son inmutables y que nosotros somos esclavos de ellas. Sin embargo, de a poco podremos ir comprendiendo que la vida la creamos nosotros mismos, para después llevar esa comprensión a un terreno más experiencial, un terreno cotidiano donde la acción nos revele la Verdad oculta en las cosas y en las situaciones que vivimos día a día. Es decir, comprenderemos la vida al revés de cómo hemos venido haciéndolo, viviendo primero y luego racionalizando o codificando una propia forma de crear la vida.

Y es justamente el autoamor del que les hablé en el texto anterior, el que nos permitirá perder toda pre-concepción del mundo o todo prejuicio sobre tal o cual cosa. Al amarte, al conectarte contigo mismo, lograrás la paz que no te permitirá poner conflictos fuera tuyo. Podrás sentientender que todo lo que ves afuera nace del estado interno que tú tengas. Es así que llegaremos a disfrutar y a amar todo lo que la vida nos ofrece, y digo todo, sin ninguna excepción…, incluso amar a quien crees que te está dañando, porque si cualquier acto de otra persona llega a dañarte es porque ese acto te llevó a sentir y a tocar un dolor en tu interior que probablemente tenías oculto o que pensabas estaba superado…, pero que ahora vuelves a verlo para abordarlo en otro nivel, más profundo y tal vez definitivo. Hablo de traer la atención primero hacia ti mismo para desde allí mirar el mundo, con una mirada responsable, haciéndote cargo de tu creación más allá de tu nariz.

Viviendo la vida sin miedo (se puede complementar con el texto anterior que trata los miedos) podrás entregarte a las experiencias en el ahora, en el presente, sin necesitar recordar o proyectar en el futuro las consecuencias de tus actos. Y, ¡oh paradoja! habiendo mayor disfrute y aceptación de tu ahora presente, irás creando y conectando con las posibilidades futuras más hermosas, ya que la felicidad actual te instalará desde ya en un futuro feliz; mientras que con mayor control quieras enfrentar el futuro, te conectarás con el miedo, por ejemplo, a que ese futuro no sea abundante y tranquilo, y ese control nace de la tensión actual, así que traerá tensión en el futuro.










Yo le hablo a quien aún se siente limitado, a quien sienta que todo lo que he dicho es una utopía, a quien siempre ha sentido que es el último de la lista, a quien siente que no merece las más grandes bendiciones de amor universal, a quien sienta que le cuesta amarse, te hablo a ti, porque en ti está el más grande potencial de trascendencia del dolor y del drama…, a mayor miedo, el potencial de confianza es igual de mayor; mientras más abajo te sientas, más alto podrás llegar. ¿Por qué? Porque te atreviste a verte en lo más profundo de este juego, y en esa valentía no entra cualquiera, sólo entra un Ser que conoce en su interior la forma de salir de esta aparente esclavitud de la ilusión.

¡Y en este juego el error vale oro! Aunque a larga comprenderás que el error no existe como una experiencia negativa, sino como un pizarrón de escuela, tú propia escuela, la que tú creaste para tu propio viaje. El hecho de estar situado en la visión de que todo en ti es posible, abre la puerta a ver que en el mundo también todo es posible…, como por ejemplo, que es posible disfrutar de todo lo que has querido vivir, y ojo, he dicho TODO. La pena, el dolor, la pérdida, el abandono, así como la felicidad, la euforia, la paz, todo es disfrutable en este juego de energías que de a poco recordarás como mover a voluntad. La energía ES y ya está, no hay bueno ni malo, ni víctima ni victimario, sólo un movimiento de posibilidades que puedes amasar en conciencia plena. Para eso, debes conectarte primero contigo mismo para después conectar con tu creación, es decir, con el mundo que te rodea.

La ciudad y el potencial de la materia
Entonces ¿qué nos queda? DISFRUTAR, ya que el disfrute nos llevará a trascender el miedo a experimentar la vida. Disfrutar del placer de vivir, porque la vida es un placer, es un gozo permanente si así quieres que sea. Y ya no se trata de que estés en un determinado lugar que te permita sentirte pleno, porque ya no habrá dependencia de lo externo para lograr paz, sino que transformarás todo lo que te rodea en una bella experiencia de vida. Tu interior estará en luz, paz y armonía, entonces sólo proyectarás eso y nada más que eso. ¿Lo sentientiendes? Abre tu corazón para leer estas palabras.

Como compartimos en el primer texto, nuestra vida es en la Tierra, y en ella se vive en la forma, en la materia, en lo físico. Nuestros cuerpos son físicos y nosotros quisimos vivirlo así, entonces, ¿para qué arrancar de ello? ¿Para qué seguir buscando en lo intangible el recuerdo de nuestra esencia? Y no digo que meditando, o haciendo yoga o haciendo cualquier otra práctica que nutre al espíritu, no se logre conectar con nuestro origen, sino que pretendo que ampliemos nuestro campo de acción para conectar con la vida material donde existen los mismos potenciales de recuerdo de nuestro Hogar original.

La amplitud del espíritu la podemos sentir en la ciudad que hoy habitamos, en sus calles, en el cemento, en las luces artificiales, etc., ya que todo eso es una prolongación de nuestra conciencia, sea ampliada o no ampliada, porque ya no estarás buscando cambiar nada, porque habrás dejado de luchar contigo mismo y por consiguiente con tu entorno. ¡Como es adentro es afuera! Como sientas en tu interior crearás tus experiencias afuera, al punto incluso en que lograrás romper con los límites entre interno y externo al comprender que no hay diferencias entre ellos.

La vida es un placer, queridos amigos. Y para lograr trascender la aparente dificultad de vivirla se nos hace necesario conectar con ella en su totalidad. Otra maravillosa paradoja: para trascender la ilusión de la forma debes amarla y penetrarla profundamente (y después ni siquiera querrás trascenderla, porque en ella también verás a Dios). Pero ya no en la ceguera, sino en la conciencia de que esa ilusión la creaste tú mismo. Entonces, entras en ella, la abrazas y la amasas, la besas, con miedo o sin él, porque el miedo tampoco es malo, es una señal de que algo no estás comprendiendo, eso es todo, y que al comprender de dónde nace ese miedo puedes danzar con él para seguir disfrutando del Todo lo que Es. A la larga, la necesidad de luchar con algo o de escapar de algo es un indicador de que algo no estás amando en ti, entonces tú mismo te ofreces en la materialidad, en tu vida cotidiana, todas las formas que te puedan servir para amigarte contigo mismo, y por ende proyectar esa nueva amistad en el mundo.

La ciudad (o cualquier lugar en el que te cueste vivir) tiene todo el potencial para alcanzar el espíritu luminoso que eres. El cemento también refleja al sol, y también nos entrega el olor de la lluvia; nos cobija… ¿y cómo puede no ser sagrada si nosotros la creamos? Ella, la ciudad, alberga todo lo que más conocemos; alberga a nuestros seres queridos, alberga nuestros trabajos, alberga el cafecito de la esquina que nos permite unos minutos de descanso, alberga los autos que nos transportan, alberga los parques y las formas que nos dicen a cada rato que estamos vivos. Y alberga también a quien nos provocó algún dolor, a nuestro jefe que no nos da respiro en el trabajo, al conductor que no nos da el paso en la esquina o que toca la bocina de su auto como si en un segundo de atraso se le fuera la vida. Pero en nosotros está la capacidad de leer en ellos el Amor del Universo, porque todo lo aparentemente negativo es una oportunidad sagrada de conectar con nosotros mismos ¿Por qué seguir luchando con la ciudad o con lo físico, si estando en el amor recordaremos lo que somos en Verdad?, donde sea que nos encontremos. Amemos todo lo que nos rodea, incluso amemos nuestra incapacidad de amar, porque en esa conciencia, en esa aceptación de nuestro ritmo de vida, está la apertura hacia el amor que nos llevará a disfrutar la vida terrenal como la más placentero del Universo, que por lo demás, Así Es.

Conéctate con la ilusión, porque en esa conexión llegarás a ver la Verdad tras ella. Será como zambullirte en un mar donde eres un experto nadador. Recuerda que tú creaste Todo lo que Es, y por eso puedes darle la apariencia que más te acomode y que te permita gozar, y en definitiva ir alcanzando ese crecimiento que tanto anhelas. Así, cuando salgas al campo o a la naturaleza, será otro gozo y no un escape. O sea, estamos en el camino de sumarnos experiencias de vida en plenitud, no de restarlas.

Disfruta del sabor de un helado, disfruta del café amargo, disfruta de tu sexualidad, disfruta de los trayectos en un taco automovilístico, disfruta de la música, porque en todo ello estás tú mismo…, y ese disfrute de ti mismo es la puerta para recordar lo que Es Ser Dios.

Te deseo paciencia, autoamor, aceptación, confianza, presencia, calma y mucho disfrute de la vida.

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