lunes, 14 de junio de 2010

DEJARNOS AMAR


Muchas veces podemos caer en la tentación de “endurecernos”, de ponernos una “coraza” de manera que nadie se nos entrometa, que nadie nos “invada”. Por hacer esto en ocasiones perdemos de vista a mucha gente, desde las más cercanas hasta las más lejanas, que habiendo percibido “algo” de lo que nos pasa, busca alentarnos, querernos rectamente, darnos una mano.... Nos corresponde, pues, detenernos algunos momentos, hacer algunas pausas, y tratar de “descubrir” a esta “gente buena y gaucha”, para que descubriéndola nos animemos a aceptar el cariño y la ayuda que nos quieren brindar, aunque siempre debemos tener el cuidado de no confiar en personas “interesadas” que nos puedan provocar un daño mayor.

ERRADICAR LA “DUDA ENFERMIZA Y ENFERMANTE”

Dice un viejo dicho “Piensa bien antes de actuar.... pero no al extremo de angustiarte”. Es propio de una persona psicológicamente madura “pensar bien” las decisiones que está por tomar. Es por eso que, normalmente, frente a algo que queremos hacer, primero lo reflexionamos, tratamos de descubrir los “pro” y los “contra”, evaluamos nuestra capacidad práctica de realizarlo, etc. Eso es bueno. Pero hay situaciones “especiales”, como algunos “proyectos” que queremos realizar, que finalmente no los llevamos adelante porque hemos sido influenciados por una especie de “un conjunto de dudas terribles y destructivas” que nos paralizan, nos hacen desconfiar de todo, especialmente de nosotros mismos, destruyendo nuestra auto estima y haciéndonos creer que somos algo así como “infradotados”. 


Por ejemplo: supongamos que una persona quiera iniciar un proceso de reconciliación con su familia, o con algún amigo. No sería extraño que la “duda nefasta” le “dispare” ideas como “¿Vos vas a tratar de arreglar las cosas....?¿No te parece que no te da el “cuero”....?¿Ya te olvidaste de que vos fuiste el que provocó todo....?¿No te parece que serías hipócrita si lo hacés...? ¿Vos crees que a ellos les importa algo de vos....?”. Y así, al permitirse pensar de esta forma la persona se confunde, pierde objetividad, y , lastimosamente, abandona con tristeza su proyecto de reconciliación.
Frente a esto conviene que tomemos conciencia de que, en general, siempre podremos hacer las cosas que nos gustarían, algunas veces con más esfuerzo y tiempo, otras con menos, pero siempre con una actitud positiva, esperanzada y serena.

SER AGRADECIDOS
“El que no sabe agradecer tampoco sabe sonreír...”. Normalmente, si miramos nuestra propia historia personal, incluso desde cuando éramos chicos, podremos apreciar una gran cantidad de “cosas buenas” que nos han pasado. Seguramente también descubriremos a mucha gente que sin esperar nada a cambio nos han hecho mucho bien: desde personas que apenas están en nuestra memoria, hasta aquellas con las cuales tenemos un trato asiduo, como amigos, parientes, etc. Poder “descubrir” esto es de vital importancia para que “brote” en nosotros un sentimiento de agradecimiento a los demás, a la vida, e incluso a Dios, si tenemos la gracia de creer en Él. En este sentido, “ser agradecidos” es una forma de “ser justos” y es una buena razón para dejar de lamentarnos de todos los males que nos han ocurrido. Es como que la persona agradecida sabe poner en la “balanza” no sólo lo malo que le ha tocado vivir sino también lo bueno, y siente el impulso de intentar hacer cosas buenas por los demás, porque “reconoce” que en la vida ha recibido mucho.

EJERCITARSE EN LA GENEROSIDAD
Dice una sencilla frase: “La generosidad es una de las mejores formas de recibir...”. Y es cierto. Cuando nos atrevemos a romper nuestro “egoísmo”, cuando nos olvidamos al menos “por un rato” de nosotros mismos, cuando sin esperar ninguna forma de retribución nos animamos a darle una “mano” a alguien, sin que nos la pidan sino por propia iniciativa nuestra, pareciera que “una brisa suave y placentera” recorre nuestro interior, produciéndonos alivio y bienestar. Es cuestión de intentarlo, desde nuestras capacidades y posibilidades. En ocasiones alguien necesitará una “mano” en lo económico. Pero muchas otras veces tendremos que dar otras cosas, como nuestro “tiempo”, como nuestra “escucha”, o algún consejo, etc.

ECKHART TOLLE

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