viernes, 11 de junio de 2010

“La verdad es una tierra sin senderos"

El hombre no puede acercarse a ella a través de ninguna organización, de ninguna secta, dogma, sacerdote o ritual, ni a través de algún conocimiento filosófico o técnica psicológica. Tiene que encontrarla a través del espejo de las relaciones, a través de los contenidos de su propia mente, de la observación y no a través del análisis intelectual o la disección introspectiva. El hombre ha construido en sí mismo imágenes como una valla de seguridad -religiosas, políticas, personales. Estas se manifiestan en forma de símbolos, ideas, creencias.
La carga de estas imágenes domina el pensamiento del hombre, sus relaciones y su vida diaria. Estas imágenes son la causa de nuestros problemas ya que dividen a los hombres. Su percepción de la vida esta moldeada por conceptos ya establecidos en su mente. El contenido de su consciencia es su entera existencia. Este contenido es común en toda la humanidad. La individualidad es el nombre, la forma, la cultura superficial que él adquiere a través de la tradición y el ambiente. La unicidad del hombre no reside en lo superficial sino en la libertad absoluta del contenido de su consciencia, la cuál es común en todos los seres humanos. Así el no es un individuo”.


Jiddu Krishnamurti (Madanapalle, India, 12 de mayo de 1895 – Ojai, Estados Unidos, 17 de febrero de 1986). Aunque fue quizá uno de los más influyentes maestros espirituales del siglo XX, no condujo escuela alguna ni creyó en un camino único hacia la verdad. En su lugar, denunció que todas las teorías ocultas, organizaciones y métodos estructurados eran impedimentos para la búsqueda de la realidad verdadera. No fue gurú ni líder de ninguna organización religiosa, pues según sus propias palabras: “Quien sigue a aquel que se erige en autoridad, jamás aprende”.Fuente: Fundación Krishnamurti Hispanoamericana y Share International


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