Anda plácidamente entre el ruido y la prisa, y recuerda la paz que se puede encontrar en el silencio.
lunes, 14 de junio de 2010
REFLOTAR LA ESPERANZA
Se trata de buscar tener una mirada menos trágica de las cosas que nos afectan, tratando de entender al mismo tiempo que “existe la posibilidad concreta” de superarlas. Si anulamos la esperanza, corremos el riesgo de creer que ninguna solución nos va ayudar. Es como aquello del dicho “El que cree que se va a morir.... se muere nomás...”
BUSCAR (Y ENCONTRAR) UNA AYUDA ADECUADA
Frente a los problemas, normalmente, nadie “sale solo....”. A veces una persona con quien hablar, un profesional a quien acudir, un ser querido que nos inspire confianza, un cambio en nuestros horarios y tareas....etc.... a veces todo esto con frecuencia nos “da una mano.....” que fomentan nuestra esperanza y facilitan la comprensión de lo que nos pasa.
ELIMINAR LA ANSIEDAD
La ansiedad es como ese impulso que nos hace querer que todo lo malo que nos pasa sea resuelto de forma inmediata. En realidad, resolver nuestros propios problemas normalmente nos llevará un “tiempo perseverante” un tanto prolongado. Es como que necesitamos comprender que debemos ir paso a paso, gradualmente, perseverantemente pero –al mismo tiempo- sin enloquecernos, sin “sobre exigirnos”..... La ansiedad, si la dejamos crecer, puede convertirse en uno de los peores enemigos para nuestro bienestar.
SINCERARSE
Se trata de aprender a no mentirse a “uno mismo”. En general, cuando padecemos problemas interiores, cuando las cosas que nos pasan abruman nuestras vidas y parece que ya no “podemos más”, se suele presentar la tentación de “negar” (muchas veces inconscientemente) tales dificultades o, frecuentemente, “echarle la culpa” de los que nos pasa a otros, a la vida , a Dios.
En realidad, el camino sano es detectar con “paz, verdad y serenidad” la “raíz” y “la historia” (que es de mucha importancia), de nuestras aflicciones, y al mismo tiempo, “analizarlas” también con “paz, verdad y serenidad”, sin tratar de “buscar responsables” sino aceptando serenamente que es cierto que realmente padecemos tal o cual conflicto, y que debemos poner nuestro mejor empeño en “comenzar” a resolverlo, sabiendo de antemano que siempre necesitaremos de la ayuda de alguien o algunos para lograr nuestro cometido.
ORDENAR NUESTRA JORNADA Y NUESTROS ESPACIOS
Dice una frase “conserva el orden y el orden te conservará”. Cuando estamos muy afligidos o angustiados, tenemos la tendencia de “echarnos al abandono”. Esto es muy perjudicial. En realidad conviene darle un orden a nuestra jornada (proponernos un horario para levantarnos, para comer, para asearnos, para descansar, para distraernos, programar una visita a un amigo o familiar, etc.). Asimismo conviene mantener el orden y limpieza en los lugares que habitamos. La “prolijidad” ambiental contribuye a nuestra serenidad y bienestar general.
ELIMINAR LA FANTASÍA
Muchas veces sucede que uno comienza un proceso para adquirir el bienestar interior y al poco tiempo, normalmente por coincidencias, siente que todo se ha solucionado (aparentemente): por ejemplo: de pronto, las personas que no lo tenían en cuenta comienzan a hacerlo; la angustia que tenia increíblemente desaparece rápidamente, etc.
En casos así, donde “parece” que todo se ha solucionado de un día para el otro, solemos tener la tentación de dejar el proceso que hemos iniciado, porque –para nosotros- “ya todo está bien”. En realidad es todo una fantasía. Resolver los problemas interiores lleva tiempo y hay que ser conscientes de esto, y perseverar en lo que se ha comenzado hasta concluirlo. Se trata siempre de curar “en serio nuestro interior” y no de “hacer como que ya todo está bien...”
Estas orientaciones prácticas normalmente son muy efectivas. Sin embargo, no son suficientes.
En efecto, hay otros factores que se deben tener en cuenta a la hora de recomponer nuestro complejo mundo interior.Estos “otros factores” tienen cierta relación con nuestra “dimensión espiritual” y no solo con nuestra psico afectividad.
En efecto y aunque algunos no estén de acuerdo con la existencia de la mencionada “dimensión espiritual del ser humano”, para los que sí creemos en ella ésta juega un papel determinante en nuestro equilibrio psicológico y afectivo.
Por eso es bastante común que si uno “revisa” su propia historia personal, encuentre que en el pasado pudo haber cometido algunos actos que fueron más allá de lo psicológico y alcanzaron la esfera espiritual, produciendo consecuencias negativas que afectaron en su momento nuestro interior y lo siguen afectando en la actualidad.
Para poner un ejemplo: una mujer que en su momento eligió deliberadamente “abortar” (acto éste que contradice el principio moral de orden espiritual plasmado en la frase “No matarás al indefenso”), probablemente sufra durante muchos años el trauma psicológico consecuente, y esto aún cuando hubiese “reparado” la situación a nivel espiritual o religioso.
Es decir, muchas veces podemos cometer actos que atentan a nuestra moral, a nuestra religión, que nos desestabilizan emocionalmente no solo en el momento de cometerlos sino que “enferman” nuestra “psiquis” casi en forma permanente, causándonos diversos malestares, como la angustia, la tristeza, la depresión, etc.
Desde esta perspectiva es conveniente seguir también algunas orientaciones cuando hemos decidido sanear nuestro “complejo mundo interior”.
Por ejemplo:
APRENDER A PERDONARNOS Y A PERDONAR
Esto no significa restarle importancia a algo que hicimos sino, por el contrario, evaluar nuestros actos otorgándoles toda la gravedad que se merecen, sin “justificarlos”. Pero al mismo tiempo, significa adoptar una mirada “misericordiosa” sobre nosotros mismos, “benévola”, que no justifica pero si “busca entender”, evitando la trampa de “autojuzgarnos”. Y en el mismo sentido, respecto de los demás, siempre es aconsejable esforzarnos por “entender” (sin justificar) los malos actos que otros pudieron haber cometido contra nosotros o nuestros seres queridos, esforzándonos en mirarlos también a estos con una mirada “benévola”, sin caer en la trampa de “esperar morbosamente” que nos “pidan disculpas”.
En síntesis: se trata aprender a “perdonarnos siempre” y “rectamente perdonar a los demás”, buscando siempre “no justificar lo injustificable....”
ELIMINAR EL TEMOR
Cuando se trata de sanear nuestro mundo interior, nuestra psiquis, y a medida que vamos comprendiendo el camino que tenemos que recorrer para lograrlo, es común que aparezca el “temor”, que tiende a desalentarnos, a paralizarnos, como “susurrándonos” al oído “esto es demasiado para vos...no vas a poder”. Y no es raro que muchas veces se nos crucen por la cabeza cientos de recuerdos o ideas negativas que nos comienzan a atemorizar. Por eso es conveniente recordar siempre que “la peor batalla que se pierde es la que no se dá...”.
Es decir, podemos atemorizarnos, pero igualmente conviene y necesitamos intentarlo, aunque para ello debamos pedir ayuda sin avergonzarnos, o recurrir a un profesional competente, y hasta rezar (si somos religiosos). Se trata pues de tomar de todos los medios a nuestro alance para triunfar en nuestra lucha.
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