lunes, 14 de junio de 2010

UNA VERDAD ABSOLUTA

Recuérdate a ti mismo, una y otra vez, lo siguiente:

Soy el único responsable por la forma en que elijo interpretar lo que veo.
Yo soy responsable por la forma en que elijo interpretar lo que veo. Eso es obvio. Nadie más que yo es responsable por la forma en que elijo interpretar lo que veo.

Ejemplo: Estás en una reunión de trabajo y tienes la palabra.
De pronto observas que uno de los presentes bosteza.

La interpretación que elijas hacer de esa situación depende de ti. Si tu confianza en ti mismo es escasa, es probable que, de inmediato, elijas interpretar el bostezo como una expresión de poca estima hacia tu persona. Quizás te pongas nervioso y pienses: “¡No soy muy bueno! ¡No soy lo suficientemente bueno!”
Interpretas el bostezo como un ataque contra ti.


Te conviertes en una víctima de tu propia interpretación de la realidad. Sin saber nada sobre la persona que bostezó, o cómo pasó la noche, permites que determine tus sentimientos.
Recuérdate a ti mismo con frecuencia lo siguiente:
La realidad y mi concepción de la realidad no son idénticas.
Hay otras formas de ver y de interpretar.
Si te sientes bien, tienes una buena imagen de ti mismo y confías en ti, puedes elegir ver las cosas de otra manera. Probablemente pienses: “Quizás pasó la noche sin dormir. ¡Qué esfuerzo hizo para venir!”

O: “Alguien está bostezando. Tal vez el aire esté un poco viciado”.
Tienes distintas opciones para elegir.Advertirás que cada elección que haces pone en evidencia cómo te valoras a ti mismo.
¡Cada elección que haces es una evaluación de ti mismo!
Piensa con frecuencia lo siguiente:
Soy el único responsable por la forma en que elijo interpretar lo que veo.


“NO SABES”

Lee lo siguiente y piensa en ello:
En Estados Unidos se realizó una investigación sociológica con un grupo de niños de tres años de edad. A cada uno de ellos se lo equipó con un grabador en funcionamiento durante horas. En un período de dos semanas se grabaron todos los mensajes audibles. Luego se recogieron todos los casetes y los investigadores comenzaron a analizar y clasificar los mensajes que habían recibido los niños.


Descubrieron que el 85% de los mensajes contenían las palabras: “basta”, “no” o “deja de...”. Pero sobre todo el 85% de los mensajes contenían la siguiente evaluación fundamental: “No eres lo suficientemente bueno. Algo te falla. No eres lo suficientemente bueno. No sabes”.
Es bueno que nos demos cuenta: a muchos de nosotros se nos grabó esta “ley personal”, en mayor o menor grado, de miles de maneras distintas, y esta ley personal (que es una mentira) es la razón por la que, a menudo, interpretamos mal la realidad. Nos formamos de ella una impresión falsa.
Es muy probable que leer esto resulte bastante difícil.


Nos hace notar que no siempre hemos sido “los mejores del mundo” con los niños. Hace surgir sentimientos de culpa.
De hecho, tal vez sientas deseos de arrojar este libro a la basura.
En ese caso, prueba con este divertido pensamiento:
Lo único que se puede decir del pasado es que ya no existe.
¡Nunca es demasiado tarde para un nuevo intento!
Estamos aquí para aprender.

TU SER VERDADERO

En lo profundo de tu ser está la perfección.
En lo profundo de tu ser está la persona que debes ser.
Tu Ser Verdadero está siempre allí, dentro de ti.
Todos tenemos nuestro “Ser Verdadero”.
Todos y cada uno de nosotros.
Tu Ser Verdadero puede estar encerrado.
Pero nunca se puede extinguir por completo.
Siempre anhelas a tu Ser Verdadero.
Ese deseo está en todos nuestros corazones.
Esa es una razón para tener esperanzas.

Y sabes con exactitud cuándo estás en contacto con tu Ser Verdadero
Quizás ayer ocurrió sólo durante diez minutos.No importa. Lo sabes.
Estuviste en contacto con otro ser humano sin temor alguno.
Estuviste en contacto contigo mismo, como debes ser.
Fue un momento de felicidad, poder y presencia total.
Fue como bailar con “lo mejor de ti mismo”


UN INTERVALO SIN NEGACIONES


Cuando éramos niños, con frecuencia, oíamos frases tales como:
“No debes”... “No hagas lío”... “¡No pongas los zapatos ahí!”...
“¡No pierdas el colectivo!”...etc.
La serie de negaciones y prohibiciones era interminable: ¡muchísimos “no”!
Nosotros, los adultos, ¿cómo nos hablamos?
Aquí tienes un ejercicio entretenido, si trabajas con otras personas.
Pónganse de acuerdo en el grupo para hablar sin usar la palabra “no” durante un breve período de tiempo por día, a lo largo de una semana.

Ejemplo: todos los días, en toda comunicación que se realice entre las diez menos veinte y las diez en punto (¡para empezar, sólo veinte minutos!), se debe excluir la palabra “no”. Se van a divertir. Se van a reír mucho con las paráfrasis disparatadas de cada uno.
Al principio se necesita mucha concentración.
Así que pónganse de acuerdo para tener un intervalo sin negaciones. Unas semanas más tarde podrán agregar otro intervalo por la tarde. Luego podrán extender los intervalos. Hablen sin usar la palabra “no”. Van a notar la diferencia.
Se van a sentir mejor.
Observen que no estoy diciendo que esté mal o que esté prohibido usar la palabra “no”. Lo que estoy diciendo es que, cuando procuras no usarla, empiezan a ocurrir cosas maravillosas dentro de ti y a tu alrededor. Y es divertido. Vas a mejorar cada vez más. ¡Haz el intento!


IMÁGENES POSITIVAS

Es útil saber que las oraciones que contienen la palabra “no”, tienen una gran influencia en nosotros.
Aquí va un ejemplo relacionado con un niño. Es un buen ejemplo porque es muy obvio. Si trabajas con adultos, encontrarás ejemplos similares.
Ejemplo: estás con un niño de cuatro o cinco años que está aprendiendo a andar en bicicleta. Están en un sendero angosto y desparejo. Un poco más adelante, hacia un costado, hay un pozo. Estás parado detrás del niño, sosteniendo el asiento y a punto de soltarlo.
Gritas al oído del niño: “¡No te metas en el pozo! ¡Mira el pozo frente a ti! ¡Por Dios, no vayas hacia allí!”
Sueltas la bicicleta, el niño tambalea y... ¡PAF! ¡Directo al pozo! ¡Y eso que se lo habías advertido con tanta claridad!
¿Hay una explicación para ello? Sí, por supuesto.
Nuestro subconsciente no asimila la palabra “no”.
Nuestro subconsciente sólo asimila - entiende - imágenes.
Nuestro subconsciente se maneja con imágenes.

Cuando dices: “¡No te metas en el pozo!”, ¿qué tipo de imagen se representa en el subconsciente del niño?
Dentro del niño se forma la imagen de meterse en el pozo. El subconsciente maneja los músculos.
El mensaje para el subconsciente del niño es: “¡Métete en el pozo!”. No hay una imagen de “no meterse en el pozo”.
Quizás sería mejor decir: “Pronto te voy a soltar. Vas a manejar por el centro del camino. Vas a manejar derecho hacia delante sin problemas. ¡Buena suerte!


LOS ENCUENTOS NO SON CASUALES
KAY POLLAK


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