martes, 12 de abril de 2011

EL AMOR Por Elba Leanza

Antes de entrar en el tema quisiera contarles porque el amor. Esta presentación es de alguna manera una forma de plasmar mi trabajo personal en relación al amor y a la pareja. Yo consideraba que en el amor , ya sea hacia mis padres, mis hijos, mis amigos y de pareja había que hacer ciertas concesiones relegando partes de uno mismo para lograr el acercamiento que permite la relación de intimidad con los seres queridos. Como yo no estaba dispuesta a renunciar a mí misma por ganar el afecto de los demás, me sentía condenada a no volver a tener una pareja, ya que al menos en este plano no elegimos a nuestros padres ni a nuestros hijos, lo que nos obliga a aceptar características de ellos que pueden no agradarnos y aunque elegimos a nuestros amigos, la no convivencia hace que esas relaciones, si bien pueden ser en mayor o menor medida comprometidas, no son relaciones de exclusividad afectiva. La única relación amorosa que tenemos el privilegio de elegir, en nuestra sociedad, única y exclusiva, es a nuestra pareja. Debo reconocer que tenía una visión muy limitada al respecto y que sentía que lo más importante era estar bien por mí y por mis hijos ya que en este plano físico no se podía lograr el amor hacia otro sin renunciar a uno mismo. Mi intención era seguir sola el resto del camino. A pesar de esta convicción sentía ciertos vacíos internos que no encontraba como llenar ni sobrellevar. Allí comenzó un trabajo interior de búsqueda y enriquecimiento, donde me propuse estar bien conmigo misma. Para ello el primer paso era conocerme hasta tanto pudiera saber con quien convivía .Saber que me gustaba de mí y modificar lo que no me agradara hasta ser la persona con la que me gustaría convivir, ya que con quien comparto cada segundo de mi existencia es conmigo misma. Recién al gustarme y aceptarme me podría comenzar a sentir mejor conmigo y mi vida sería más armónica. Creo que en ese punto no me equivoque, pero no sabía lo que se me iba a dar por añadidura, por derecho de correspondencia, a partir de ser una persona más íntegra, conciente y comprometida conmigo misma. También comprendí que no hace falta renunciar a uno mismo para ser amado, sino todo lo contrario, recién cuando me animé a ser yo en cada momento de mi vida pude lograr lo que consideraba que no existía en este plano físico. Les aseguro que descubrí muchas cosas de mí que desconocía. Algunas me gustaron y otras me espantaban, pero aprendí a modificar unas y a aceptar otras. Hoy sé que este camino se transita a diario, a cada instante en el que tenemos la suerte de estar en este mundo, en el que seguiremos estando hasta haber aprendido todo lo que en esta vida estemos dispuestos a aprender. Esta es la manera de honrarla y agradecerla. Doy gracias a Dios por haberme brindado el privilegio de vivir, y a todos los seres de este mundo y de todos los mundos que me permiten cumplir con el mandato divino.

Proceso:

Los logros son parte de nuestra evolución. Cuando se llega a algún lugar es porque recorrimos el camino hasta allí. Del mismo modo cuando logramos algo deseado es porque cumplimos con las etapas de aprendizaje necesarias para consumar nuestro logro.

El primer paso para crecer y concretar mis objetivos es conocerme a mí mismo. Eso significa ser consciente de mis fortalezas y debilidades, conocer mis potencialidades y carencias y a partir de allí elaborar su desarrollo hasta su manifestación. Lo que llamamos autoconocimiento.

Cuando decimos esto estamos hablando de autoestima: conocernos, aceptarnos, perdonarnos, valorarnos y fundamentalmente amarnos.

Aquí comienza el camino del Amor. El amor comienza a manifestarse cuando yo tengo una idea clara de quien soy. Cabe destacar la diferencia de Quien soy y Como soy. El como soy es circunstancial, es variable. Si reconozco quien soy, el cómo , mi modo de actuar y de vivir será una consecuencia de mi verdadero ser, y sobre ello es donde debo focalizar mi búsqueda.

Cuando podemos reconocer la Chispa Divina dentro nuestro, nuestra semejanza con la divinidad, comprendemos que fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios y recién ahí aceptamos nuestros errores, dejamos de calificarnos y valoramos nuestros logros. A mí me gusta nombrarlo como Chispa Divina, término que usan los hindúes, ya que me recuerda que llevo una chispa de la luz de Dios en mi corazón.

Si nos vemos desde un plano humano, el decir que somos parte de Dios y hechos a su imagen y semejanza, es prácticamente un absurdo. Únicamente puede comprenderse si lo podemos ver desde nuestra alma, desde nuestra esencia, con los ojos del corazón, en un nivel más sutil. De hecho la Chispa Divina habita en nuestro corazón, sólo que las limitaciones del ojo humano no nos permiten verla. Si comprendemos que estamos hechos de la misma divinidad y que venimos a este mundo para pulirnos y aprender hasta poder ser en todos los aspectos esa manifestación de Dios, si comenzamos a reconocer ese Dios que habita en nosotros nos damos cuenta que todos somos Uno y que ese Uno está en Todos, y así podremos reconocernos como una manifestación Divina. Cuando comenzamos a ver el amor en nosotros, podemos reconocerlo en todos los seres y comprendemos sus errores desde el mismo enfoque del aprendizaje.

Cuando nos referimos a encontrar a Dios en cada uno de nosotros, hablamos de reconocer nuestra verdadera naturaleza, infinita e ilimitada como Espíritu, Geist, Mente, Self, naturaleza de Buda, Atman, el Uno o Satchit-ananda que constituyen el núcleo místico de las grandes tradiciones religiosas:

El y él se convierten en una entidad (judaísmo)

El Reino de los Cielos está en tu interior (cristianismo)

Mira dentro de ti, eres Buda (budismo)

Atman ( la conciencia individual) y Brahaman (la conciencia universal) son uno ( hinduismo)

Conociendo al Yo se conoce a todo el universo (Upanishads)

Quien se conoce a sí mismo conoce a su Señor (Mahoma, islam)

Cielos, tierra y hombre son un solo cuerpo (neoconfucionismo)

Esta estabilización de la conciencia lleva a lo que las distintas tradiciones llaman iluminación, liberación , salvación, moksha, o final del sufrimiento.

Cuando El Principito dice "lo esencial es invisible a los ojos", nos está diciendo que no miremos con los ojos físicos sino con los ojos del alma, no desde nuestro Cuerpo Físico sino desde nuestros Cuerpos Superiores, donde nuestra mente no interfiera. Así podremos "ver" lo que realmente es importante y sin duda, como somos amor, comenzaremos a vivir desde el amor. Sin duda seremos más felices y nos iremos generando un mundo mejor.

Todas las relaciones son duraderas en la medida que se produzca un intercambio equilibrado entre los seres que la componen. La palabra clave de esa ciencia es equilibrio. La segunda palabra para ayudar a realizar la idea más plena es ritmo. La palabra final, que da a luz todo el proceso continuo de crear juntos local y universalmente, es intercambio. Si las ponemos juntas, tenemos intercambio equilibrado rítmico. En la vida real y práctica, nuestro homólogo llegará a nuestra vida cuando lo deseemos con suficiente fuerza.

Después, el que ese intercambio continúe o no y el que continúe con esa persona depende totalmente de qué se dé y se reciba entre los dos con igualdad.Si una parte de la pareja en la unión es un tomador, entonces la unión se disolverá muy pronto, con independencia de lo atractiva y maravillosa que parezca en la superficie. La naturaleza siempre establece el mayor ejemplo de sabiduría alrededor de nosotros. La naturaleza nunca toma, únicamente da. Sólo los humanos, actuando como cocreadores iguales a Dios, tomamos y nos destruimos a nosotros mismos y a la naturaleza junto a nosotros. La ley del amor nunca cambia, simplemente da lo que se le haya dado ¡ y la abundancia fluirá con largueza para siempre! Consideremos nuestros propios hábitos de vida.¿Soy un tomado o un donador? Debo ser auténtico en mi juicio porque no puedo engañarme a mí mismo, ¡ y cualquiera que se engañe es el más engañado de todos!

Cuando todo el mundo implicado en los intercambios reciba su parte equilibrada, presidirá la armonía. Lo opuesto ocurre cuando alguien está carente, aunque no se diga o haga nada en ese momento.

Mi pareja y yo hemos sido atraídos juntos porque nos equilibramos recíprocamente. Somos reflectores o espejos maravillosos el uno del otro. El crecimiento de una naturaleza personal puede ahora ser acelerado inmensamente. Lo que es importante no es lo que puedo obtener de una relación, es lo que puedo aportar a la misma. Si hay un desequilibrio obvio entre mi pareja y yo, debo considerar primero que es lo que yo puedo hacer al respecto. ¡Cuando señalo con el dedo a mi alma gemela, estoy señalándome a mi mismo! El tiempo de la conciencia de víctimas pertenece a las eras pasadas. Este es el conocimiento de la Era de la Voluntad. Nadie me hizo Mi realidad, es enteramente autocreada. Si no me gusta debo cambiarla. ¡Normalmente un simple cambio de actitud hace milagros!

En resumen, una verdadera pareja es la otra mitad de lo que soy. Cuando dé todo de mí a mi pareja, lo recibiré de vuelta. Mi vida estará plenamente satisfecha. ¡Me lo gané yo mismo!

Cabe destacar que cuando me refiero una relación de pareja hablo de par, la lado y no todas las relaciones que intentamos llegan a ser una pareja sino sólo relaciones afectivas.

Nuestra Historia y Futuro:

Debemos considerar que nos relacionamos con los demás según lo aprendido en los primeros años de nuestra vida. Aprendemos el amor a través de nuestros padres, inicialmente de nuestra madre en una relación de neta dependencia, ya que es la que nos abastece para sobrevivir en su vientre, al nacer necesitamos que se nos provea de alimento y abrigo. Luego nos relacionamos con nuestros hermanos, familiares y más tarde con nuestros amigos. Es en ese momento cuando comenzamos a modificar nuestra forma de recibir amor, ya no tanto desde la necesidad de sobrevivir, sino de relacionarnos. Pero aún sentimos el mundo latiendo en torno a nosotros. El crecer significa ir teniendo cada vez más la noción de una realidad cambiante, donde los demás ya no están exclusivamente dedicados a cubrir nuestras necesidades, sino que también solicitan una devolución de nuestra parte. En la adolescencia comenzamos a relacionarnos con el sexo opuesto y redescubrimos nuevamente nuestro concepto del amor. Considero que para poder establecer relaciones sanas y satisfactorias, al llegar a la madurez deberíamos haber modificado nuestro concepto del amor, ya no sintiéndolo como relaciones de dependencia, competencia, abastecedoras de nuestras necesidades de dar y recibir, de protección y seguridad, sino generando un ideal de pareja personal, diferente al modelo de nuestros padres o a los que la sociedad imponga. Esto, a mi criterio, es el trabajo personal más importante que hacemos por nosotros mismos y nos conduce al autoconocimiento y al reconocimiento de Dios en nosotros.

Cuando lo logramos, el resto se nos da por añadidura. Si generamos una relación tierna y cariñosa con nosotros vamos a atraer la misma energía en nuestras relaciones, ya sea de pareja, amigos y generaremos una mejor relación con nuestro entorno familiar. Tal vez debamos dejar atrás a algunas personas que en otro momento fueron importantes en nuestra vida para dar espacio a aquellos que nos ayuden a crecer, a madurar. Al final de este camino nos encontraremos con nosotros mismos y desde allí nos podremos relacionar desde una posición de mutuo crecimiento, aprendiendo a darnos y recibir, aceptando y respetando a otro ser y a nosotros mismos desde una posición adulta que nos ayude a crecer. En definitiva la "iluminación" no es más que poder reconocer a Dios en cada uno de los seres en su total y absoluta manifestación. No quiero decir que sea una tarea fácil ni sencilla, nos lleva muchas vidas realizarlo. La mejor forma de volver a Dios en encontrarnos en el espejo que representa para nosotros nuestros semejantes. La relación de la que más se aprende es la relación de pareja ya que implica una entrega total. El sicólogo Manuel Artiles dice en su libro "La sonrisa de Eros" que la relación que más nos enriquece en nuestro crecimiento es la relación de pareja. El relacionarnos desde lo etéreo, no sólo desde lo mental. El Universo es mente, el ser humano aprendió a vivir desde lo mental y así fue como desvirtuó su esencia. El relacionarnos desde los sentimientos nos prepara para "ver" desde lo emocional, desde la percepción y así nos acercamos a la divinidad.

"Que nadie se ponga en guerra contra Eros, por que ponerse en guerra con él es atraerse el odio de los dioses. Trataremos pues de merecer la benevolencia y el favor de este dios y nos proporcionará la otra mitad de nosotros mismos, la felicidad que alcanzan muy pocos... Sea lo que se quiera, estoy seguro de que todos seremos dioses, hombres y mujeres, si gracias al amor encontramos cada uno su mitad y si volvemos a la unidad de nuestra naturaleza primitiva. Ahora bien, si este antiguo estado era el mejor, necesariamente tiene también que ser mejor el que se le aproxime en este mundo, que es el de poseer a la persona que se ama según se lo desea."

Desde la Pareja:

El amor de una pareja no está en la mera subjetividad del sentimiento (lo afectivo), sin prescindir de éste puesto que hace a la fundamental función de la ternura, sino en lo efectivo, en las acciones que concretan el amor. No es por lo que siento solamente sino, de modo preponderante, por lo que efectivamente doy que mi amado puede reconocer mi amor por él. Sin duda no se trata, reductivamente, del "dar cosas", sino de darme con toda mi persona y con "mis cosas" también. El amor es acción oblativa, donación.

Es la dación la que asegura a cada uno de los amantes la realidad y calidad del vínculo.

Erich Fromm (psiquiatra transpersonal) cuando habla del amor maduro y auténtico lo caracteriza como:

1-preocupación por la vida y desarrollo del otro miembro de la pareja.

2-responsabilización por las necesidades físicas y emocionales del otro.

3-capacidad y respeto para aceptar al otro tal como es.

4-percepción de la propia individualidad

5-conocimiento de sí mismo, del otro y del vínculo amoroso.

6-no-posesividad, ni incorporación o destrucción del otro

La identidad con Dios es lo máximo. Cuando sabemos que nosotros y Dios somos una Mente, Un Cuerpo y un Propósito, absolutamente nada puede impedirnos tener lo que deseamos.

Nuestro dios de amor nos dio una parte de Sí mismo para que podamos vivir con Él en el Universo. Este simple acto de amor es literalmente lo que hace que el mundo gire. Lo que nos es dado debe ser dado de nuevo a otra persona: esta es la ley Universal.

Madre Teresa de Calcuta:

Aprendan que no pueden hacer que alguien los ame. Lo que pueden hacer es dejarse amar.

Retener a la fuerza a las personas que aman, las aleja más rápidamente de ustedes, al dejarlas ir, las deja para siempre a su lado.

Aprendan que amar y querer no son sinónimos sino antónimos, el querer lo exige todo, el amor lo entrega todo.

Nunca harán nada tan grande para que los amen más, ni tan malo para que los amen menos. Simplemente, Dios nos ama a pesar de nuestras conductas.

Tipos de Pareja

Pareja: par, al lado, al mismo paso.

Hay tres tipos de parejas según nuestro nivel de evolución.

Parejas de conflicto: son aquellas donde sentimos una gran atracción pero nos relacionamos a través del dolor. Nuestro aprendizaje pasa a través de desencuentros, malentendidos, y situaciones discordantes. Esto no significa que no haya amor, significa que todavía tenemos cosas que aprender y son parte de nuestro proceso evolutivo.

Parejas dármicas: Son aquellas cuyo modo de relacionarse es más simple y tranquilo. Son aquellos vínculos donde crecemos juntos, aprendemos juntos y nos relacionamos armónicamente.

Parejas de gemelos: son aquellas donde las afinidades en el sentir y en el modo de ver la vida son indiscutibles. Son las parejas del alma. Se da en dos seres que tienen vivencias semejantes, gustos parecidos y una conexión interior mucho más profunda de lo habitual.

Según la Mitología, los gemelos en el primer momento de la evolución fueron uno. Tan grande era su poder que desafiaron a los dioses. Así fue como fueron seccionados (de ahí que se formaron 2 sexos) y comenzaron separados su ciclo evolutivo

.En "El banquete" de Platón es donde encontramos explicada esta idea de las almas gemelas.

Aristófenes comenta que los seres humanos fueron en los orígenes dos personas en un solo cuerpo, con dos cabezas, cuatro brazos y cuatro piernas. Rebosantes de satisfacción y en una integración perfecta, andaban extasiados de un lado al otro y se sentían capaces y deseosos de hacer casi cualquier cosa. Eran orgullosos y arrogantes, y tenían una fuerza y vigor formidables. Así fue como se atrevieron a atacar a los dioses. Zeus (el Dios Supremo por entonces) no quiso matarlos sin más pero los separó en dos, con lo cual les restó poder y felicidad, y los condenó a pasar su vida ansiando el momento de reencontrarse con su otra mitad.

"Cada mitad anhelaba encontrarse con la otra mitad, de la cual la habían separado. Cuando lo hicieron, se dieron un abrazo muy fuerte, desesperados por volver a unirse, y así acabaron dejándose estar y muriendo de hambre, pues sólo se preocupaban por estar juntos. Al morir un miembro del par, el que quedó solo salió a buscar y abrazar a otra pareja, que podía ser la mitad de un todo femenino (lo que hoy conocemos como mujer) o masculino.

Data de esa época, entonces, el amor innato que los seres humanos sentimos por el prójimo, el amor que nos lleva a querer fundir dos seres en uno y regresar a nuestro estado primigenio, para así curar las heridas de la humanidad.

Parejas Gemelas:

La Era de la Voluntad está aquí. Las almas gemelas y los compañeros del alma están caminando uno a uno para alinearse entre sí. Hombre y mujer están disfrutando del sagrado éxtasis del alma y espíritu (la totalidad del Yo) que impregna el núcleo del Ser.

Hasta que se produce esta unión dual equilibrada, la vida en solitario continúa siendo un anhelo persistente e incansable, una profunda añoranza de encontrarse con lo que desea nuestro corazón y nuestra mente. En realidad, las almas gemelas nunca están realmente divididas. Dios es indivisible. Únicamente en los niveles de la forma parece que existen las divisiones. Lo mismo que cada célula del cuerpo se divide y se reproduce en miles de millones de células, siguiendo cada una de ellas el patrón exacto impreso dentro de ellas, así Dios dividió el Dios-Yo.

Conocerse a sí mismo es conocer el Yo-Dios. Es importante, si vamos a emparejarnos con la pareja del alma, conocernos a nosotros mismos. El "conócete a ti mismo" atribuido a los griegos se remonta a mucho antes de la Antigüedad. Los griegos simplemente retomaron la gran verdad subyacente: hasta que conozcamos nuestra propia cualidad y sustancia, es imposible conocer realmente la cualidad y sustancia de los demás, y específicamente en nuestra alma gemela.

Jesús dijo: Las almas entrarán de a dos en el Reino de los Cielos, siendo sólo una.

Desde esta óptica se puede lograr la transmutación, la iluminación a través del amor. Esta conexión no se siente desde el plano mental ni desde el emocional, sino desde el etérico. Es la conexión más profunda que un ser humano puede sentir en el plano físico, terrestre.

Es una conexión cósmica con la Energía Universal, con Dios y con el Todo que es el Uno Indivisible, somos parte de Dios ya que nuestra esencia, nuestra Chispa Divina es la misma en todos los seres, todos somos parte de DIOS.

Desde el Nivel Físico:

Numerosos estudios mencionan dos etapas en el amor de pareja. Una primera muy intensa, pasional, de metejón, y una segunda más tranquila, de amor estable y cierta familiaridad en el vínculo.

Varios investigadores de la neuroquímica han demostrado que en el primer período (que parece durar entre 18 y 36 meses) se segrega un neuromodulador, la Feniletilamina (FEA) que vendría a ser una especie de anfetamina natural. Esto da como consecuencia que en ese período se esté exaltado, eufórico, apasionado, alegre, despierto, inagotable, atolondrado, optimista, sociable y pletórico en fin, enamorado.

Cuando se interrumpe una relación en este primer estado de enamoramiento, nos produce una baja súbdita de FEA, derivado de la Anfetamina con efecto adictivo en el organismo, y es lo que nos hace sentir una sensación de decaimiento, abulia y depresión, que además del costo emocional ocasionado muchas veces más por la pérdida de la ilusión de haber encontrado un compañero, que por la persona elegida, es la sensación corporal de abstención a una droga producida por nuestro organismo.

En un segundo período, cuando la relación continúa, se extingue la FEA y se reemplaza por las Endorfinas, otros neuromoduladores similares a la morfina, que nos apagan la pasión y nos sumergen en un estado de placer tranquilo, de apego, de unión familiar, de serenamiento, de estabilidad, tranquilidad y paz. Suena atractivo pero, de ser cierto este enfoque, se pagaría el precio de haber perdido la pasión y caeríamos en la rutina.

Sin embargo existen parejas que tienen la sabiduría para poder sostener el amor apasionado y construir el propio conjuro que aleje la rutina.

La clave podría estar en nuestro cerebro. Es el cortex cerebral el que nos permite pensar acerca del amor, anticipar un encuentro o gozar posponiendo un placer esperado. Es el asiento por excelencia de lo que llamamos deseo, y también es la corteza cerebral el lugar donde está registrada la huella de memoria que determina qué tipo particular de persona o gesto nos atrae y cual no logra conmovernos. Son los llamados Mapas de amor.

Entonces sería posible que la clave para sostener el apasionamiento sea hacerle una artimaña a nuestro cerebro para que continúe fluyendo la FEA. Centrar nuestra atención en ponerle seducción y erotismo a cada día, sin distraerse en excusas cotidianas.

Desde el otro extremo de la polaridad:

Las lecciones que cada uno de nosotros aprende sobre el amor (según Freud en nuestros primeros dos años de vida) los llevaremos con nosotros por muchos años. Nuestros padres son nuestros maestros más eficaces, incluso cuando nos enseñan en desventaja nuestra. Quizás nos enseñaron a no esperar amor. Esa clase de lección nos dejará ciegos ante la presencia del amor, incluso cuando esté ahí, plenamente desplegado ante nosotros.

Y, a la inversa, quizá se nos haya enseñado que el amor es un don al que siempre tenemos derecho, y nos engañemos a nosotros mismos pensando que está ahí delante nuestro, y esto nos impida el buscarlo si en realidad se encuentra muy lejos.

Como parte de nuestra formación amorosa. Se nos enseña a temer las sombras del lado oscuro del amor, aquellos aspectos de las relaciones que creemos impedirán el amor o que lo destruirán. No aprendimos, por ejemplo, que con el amor llega también el dolor y la ira, el daño y el resentimiento, la pérdida y el deseo de venganza, es decir, todos los sentimientos detestables que constituyen la otra cara del amor, y que esta parte subterránea del amor es tan inevitable y tan necesaria para el crecimiento como es la salida del sol y la oscuridad de la noche para el crecimiento de las plantas.

Al considerarnos individuos decentes, cariñosos y morales, declaramos que el odio no tiene lugar alguno en nuestros corazones. En el mejor de los casos, estamos dispuestos a admitir una cólera o incluso un sentimiento de ira pasajero contra las personas queridas, pero negamos con vehemencia la posibilidad de que podamos odiarlas tanto como las amamos. Consideremos odio al sentimiento emocional personificado como la agresión, cuando va acompañada por la cólera, la ira, el dolor o el deseo de venganza.

Si consideramos atentamente nuestras relaciones nos daremos cuenta que buena parte de lo que sucede en nombre del amor tiene mucho más que ver con el odio, la cólera y la ira que con el amor. En ocasiones, el odio se disfraza de amor, como un lobo con piel de oveja, que amenaza a la persona amada o a uno mismo. Cuantas veces escuchamos hablando a alguien que quiere reconciliarse con su pareja, que lo ha dejado por otra persona. Al escuchar este tipo de discursos queda cada vez más claro que su profesado amor tiene más que ver con su propia inseguridad, con su temor que no haya otra persona que lo desee y con la incomodidad de sentirse cerca de los demás. Este llamado amor por otro empieza así a parecerse cada vez más a un odio contra sí mismo. En ocasiones sentimos que odiarnos a nosotros mismos es una alternativa más cómoda que odiar a nuestros seres queridos.

Al tratar de ocultar partes de nosotros mismos, o al ocultar partes de nosotros mismos ante los demás, esos restos dejados de lado acabarán arrastrándose invariablemente ante nosotros sin aviso previo, sin que su presencia haya sido deseada. Eso es particularmente cierto cuando nuestros sentimientos contradicen nuestras creencias más queridas, nuestras ideas más básicas sobre lo que deseamos, las expectativas sobre lo que merecemos o el concepto sobre lo que deberíamos ser.

Al pensar de un modo y sentir de otro distinto, y al estar acostumbrados a conceder a nuestros pensamientos y deberes el trono de la primacía, podemos llegar a sentirnos desconcertados ante la intrusión de sentimientos inesperados.

Jung habló mucho sobre esos aspectos ocultos e inconscientes de nosotros mismos. Para resaltar su naturaleza oscura, llegó a llamarlos el lado oscuro de nuestra psique. Pero, tal como dejó claro el propio Jung, lo destructivo para el amor no es la existencia de sentimientos oscuros, sino más bien el que intentemos alejarnos de ellos.

Los lados oscuros del amor están en nosotros y forman parte de nosotros. Si aprendemos a reconocerlas y canalizarlas de manera positiva, son el más grande aprendizaje que podemos hacer en el camino de lograr un amor maduro y real, desprovisto de lo ilusorio.

Uno de los mayores enemigos del amor maduro es la literatura sobre el amor, en la que desde los cuentos infantiles se espera la llegada del príncipe azul que nos resolverá todos los problemas y nos hará incondicionalmente felices, en la que se nos muestra el amor como paliativo del dolor como por arte de magia. Podremos conectarnos con el amor cuando aprendamos a reconocernos como la totalidad que somos, con todos nuestros matices y podamos aceptarnos plenamente.

Las sombras no son, en realidad, más que la otra cara de la luz. La meta es Iluminar los sentimientos de las sombras que hay en nuestra psique y, en consecuencia, debilitar su potencia destructiva.

Dios no le dijo a Moisés si era bueno o malo. Se limitó a decir YO SOY.

Por lo tanto, El es todo lo que existe bajo el sol: El rayo que destruye la casa y la mano del hombre que la construye.

Del mismo modo el ser humano no es bueno o malo, hace lo que puede según su nivel de conciencia.

Etapas de la pareja:

Podemos reconocer algunas etapas con relación a la evolución de una pareja madura, a saber:

Etapa de fusión simbiótica originada en el deseo de alcanzar el alimento emocional del que carecimos en nuestra infancia, que lleva a cortar temporalmente con otras actividades o amistades para pasar la mayor parte del tiempo juntos y conocerse. Se establece un vínculo profundo emocional.
Deseo de compañerismo.
Inserción en la comunidad que constituye una forma emocional concreta de relación.
Compartir a nivel de comunicación de nuestro interior con el valor suficiente de superar los inevitables obstáculos de compartir dos verdades diferentes.
Comunió es el reconocimiento profundo del ser de otra persona. Es una forma de intimidad más profunda y sutil que la compañía y comunidad en el nivel de la razón y el conocimiento.6- Unión
completa con la persona amada. Se dirige hacia lo infinito, absoluto y divino. Las parejas que comparten una relación profunda ser a ser, mantienen un buen nivel de comunicación, que tienen intereses y valores comunes y disfrutan de la compañía del otro, logran establecer un equilibrio ideal entre el cielo y la tierra, que ayuda a trascender la individualidad siendo sin embargo individualidades separadas.
Toda relación es una oportunidad de descubrir el camino sagrado del amor cuya llamada nos alienta a cultivar la plenitud y la profundidad de nuestro ser.

El punto más elevado de la relación amorosa apunta al logro de un sentimiento de hermandad con toda forma de vida, el amor por el universo; sólo de ese modo puede convertirse en luz y poder iluminado.

Cuando dos personas se preocupan por el desarrollo de la conciencia y el espíritu de su pareja, tienden a compartir su amor con los demás.

Una pareja florecerá cuando su visión y actividad no se centre exclusivamente en ellos mismos sino que sean capaces de incluir a la comunidad en la que participan. Ese es el gran amor y el gran camino que nos conduce hacia el mismo corazón del universo.

Conclusión:

Lo expuesto es una breve síntesis de algunos años de trabajo personal. Soy conciente que esta tarea es parte de la vida misma, seamos o no concientes de ello, sólo que si tenemos claro que es así , aceleramos nuestro aprendizaje y nos permitimos tener más momentos de felicidad. No sé si sería exacto describir pasos a seguir en este camino, creo que cada uno puede encontrar su manera de transitarlo, pero para mí las claves son la voluntad y la perseverancia.

Si realmente asumimos el compromiso con nosotros mismos de tener una vida mejor, más saludable y más feliz tenemos que tomar conciencia de que depende absolutamente de nosotros y lo podemos lograr si no dispersamos nuestra energía, si nos observamos a cada instante, en cada situación que la vida nos ofrece. El trabajo personal es cotidiano y se ven los progresos cuando comenzamos a recoger los frutos, cuando de pronto miramos hacia atrás, sólo para tener una referencia de cuanto camino hemos transitado, y nos damos cuenta de nuestros progresos, de que hemos invertido nuestra energía en ser personas más íntegras.

Con respecto a mi experiencia personal, puedo contarles que a partir de mis cambios se produjeron modificaciones en mi entorno más cercano logrando más armonía y comunicación. Además de encontrarme con mi alma gemela, al menos eso creo, con quien estoy disfrutando este momento de mi vida y espero transitar el resto del camino. Esto no significa que no tenga dificultades, pero trato de tomar los problemas como obstáculos que me están enseñando lo que me queda por aprender en esta vida, preguntándome para que se me presentan. Aprendí que este plano no es más que la escuela donde nos graduaremos para elevarnos a un plano superior, donde tarde o temprano todos volveremos a encontrarnos ya que somos la misma esencia. Partimos de Dios y a El volveremos para gozar de su gracia y de la felicidad completa que es su AMOR.

Que la paloma de la paz descienda hasta las profundidades de tu ser. Que puedas ser otra brillante estación de luz dentro del arco ascendente del Cristo en ti. ¡Que pueda un hilo dorado de conciencia unirte pronto con tu propia atractiva alma gemela! Que así sea.



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