sábado, 12 de junio de 2010

DEJA DE SER, COMIENZA A SER

Cuentan que una vez un discípulo acudió a un Maestro que se encontraba sentado en un hermoso jardín. El discípulo se sentó cerca del Maestro. Sentarse directamente enfrente a un Maestro no es respetuoso. Se sentó en un lado, cruzó las piernas y cerró los ojos. Al cabo de un buen rato el Maestro pregunto: "¿Qué estás haciendo?" El discípulo abrió los ojos y respondió. "Maestro, trato de alcanzar la conciencia cósmica, el samadhi", cerrando los ojos de nuevo. Poco después, el Maestro cogió dos piedras y empezó a frotarlas una contra otra, haciendo tal ruido que el discípulo descendió de su gran elevación y pregunto "Maestro ¿Qué estáis haciendo?" El Maestro replico: Estoy frotando estas dos piedras para convertir una de ellas en un espejo" A lo que dijo el discípulo: "Pero Maestro, seguramente nunca lo conseguiréis, aunque las estéis frotando durante un millón de años". Entonces el Maestro, sonriendo, respondió: "De la misma manera, puedes estar sentado así, durante un millón de años, y nunca llegarás a lo que estás tratando de alcanzar".

Adoptar una postura; luchar, ponerse ansioso o enfadarse, hacer muchas cosas, no nos va a ayudar a vivir en el amor, por qué lo que abre las puertas al amor es el comprender sin esfuerzo, el simplemente mirar, observar al otro con afecto y comprensión. No podemos sentir amor sin experimentar la dulzura de la humildad, y esto sólo es posible cuando vivimos sin codiciar ninguna cosa, cuando vivimos sin esperar nada. La humildad consiste en vivir y disfrutar con simplicidad e inocencia de todo cuanto nos rodea.

Humildad es descubrir que en la naturaleza todo sirve, el viento sirve, la nube sirve... La naturaleza entera nos sirve y nosotros servimos a la naturaleza. La humildad se desarrolla en la apreciación de que todo es importante porque cumple una función esencial y por lo tanto no existen funciones, ni personas más importantes que otras.


Aquel que se humilla ante el mínimo gesto e inclina la cabeza ante aquel que considera superior a él, exigirá el mismo tratamiento de quien es más pobre que él. Humildad es reconocer que no existen personas ni cosas más importantes que uno mismo y que nosotros no somos más importantes que los demás.

Lo que permite que dos personas permanezcan unidas es la fuerza del amor. Amar en reconocer y aceptar al otro, el amor posibilita el descubrimiento y el encontrarse a través del otro. Esto es el amor, el poder que unifica las diferencias y nos permite apreciar la unidad de la conciencia a pesar de las diferencias.

La humildad es la base en la cual se desarrolla el amor. La humildad, la pérdida de la propia importancia nos permite vaciar la mente de nuestras experiencias pasadas. Lo que alimenta la falta de amor es el sentirse diferente de los demás. Una persona que ya no se considera importante no puede dejarse arrastrar por la vanidad, ni por la compasión de sí mismo. Aquel que no espera nada, no puede caer en la desesperación. Es una persona libre de ataduras y en esa libertad el amor fructifica.


Cuando el otro no responde a nuestras expectativas nos decepcionamos y nos enfadamos porque no es como quisiéramos que fuera. Pero el problema es nuestro. El problema real con la falta de amor es que no nos conocemos; y si no nos conocemos a nosotros mismos no podremos conocer a nadie. Si no nos amamos a nosotros mismos no podemos amar a nadie.

La humildad es la base en donde se desarrolla el amor. El amor se manifiesta cuando puedes llegar a percibir a todas las personas como iguales a ti. Reconociendo que no hay nadie mejor ni peor. Aceptando que, a veces no tenemos razón, escuchando a los demás con interés. Viviendo sin juzgar, sin tratar de cambiar las mentes de los demás.

Tu pareja cósmica ya existe. Puedes dejar de buscarla. En vez de eso búscala en tu interior. Obsérvate, cultiva la humildad, deja de hacer para comenzar a ser, y tu verdadera pareja se te revelara.

Frederic Solergibert


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