sábado, 12 de junio de 2010

El encuentro de las almas gemelas

El encuentro de las almas gemelas sucede mucho antes de ocurrir el conocimiento en el plano físico.

Ese encuentro se va realizando a través de estadios, que una vez ocurridos, permanecen latentes y se van encadenando unos con otros.

Ideal Espiritual: También llamado de misión. Sabemos que éste se logra, cuando juntas, las almas gemelas alcanzan un desenvolvimiento que jamás lograrán alcanzar por separado. Ambas son invadidas por una inmensa felicidad. Se pelean o se separan, parecen decaer o marchitarse. Llegan a sentir que de ahí en adelante no les interesa nada más.

Simpatía Intelectual: En este estadio las almas gemelas gustan de los mismos temas, intercambian ideas que a su vez son constructivas. Ambas desean una elevación cultural e intelectual. Los compañeros se incentivan mutuamente en el estudio, en caso contrario entrarían en la esfera de la individualidad y del egoísmo.


Conciencia e Interés: Cuando muere uno de los componentes de un matrimonio, ninguno de los dos se queda lamentándose ni recordando permanentemente el pasado, pues son conscientes de que son dos mitades de un todo único y perfecto. Es estado de ánimo de uno se refleja en el otro como un espejo. La dolencia de uno entristece al otro. Ambos se complementan en todos los sentidos. Este estadio generalmente termina cuando muere uno de los dos compañeros.

Simpatía: Las almas gemelas se atraen con más facilidad cuando las personas tienen buen humor y participan de una vida activa. Saben que, para recibir, es importante dar, y debe ser una entrega libre de cualquier sentimiento de coraje, odio o discordancia. Otra cuestión importante que aquí se impone: como están unidas por una conciencia superior, no existe, la necesidad de palabras de bajo calibre o de tono grosero.

Deseo: El hombre y la mujer se entregan a la pasión, la buscan. Existe la necesidad de conversaciones largas, que durarán horas. Se respetan los largos diálogos y los planes para el futuro.

Físico: Es el periodo en el cual el abrazo, el beso y el acto sexual son intensos, cuando existe una elevación del kundalini para la liberación kármica de cualquier miasma que vaya contra la evolución de los dos.

Dentro de los estudios Tántricos, cuando la Llama Trina del corazón está consagrada a encontrar la Llama trina de tu compañero, o sea, que cuando está por suceder la unión etérica entre lo femenino y lo masculino, se despierta en el Chakra cardíaco una enorme voluntad por ayudar a las personas, al mismo tiempo se despierta la sensibilidad para con el sufrimiento ajeno.

Relaciones Kármicas, Muchas personas viven sin establecerse en una relación amorosa por mucho tiempo, esto forma parte de lo que llamamos "Relaciones Kármicas" relaciones en las que algo hay que aprender, algo hay que sanar, este "algo" puede pertenecer a vidas pasadas.

Si tu te encuentras en este caso, da gracias por ello... y sigue adelante. Apegarnos a una relación dolorosa no es una buena opción, lo mejor es sacar lo bueno de ello y poner distancia de por medio.

Entre más exigentes seamos al momento de buscar una pareja, más estamos puliendo nuestra alma para el encuentro con tu real compañero.

Solamente debemos estar pendientes de algo: No debemos confundir exigencia con frialdad.

Aura pura
Para limpiar nuestra aura y liberarla de karma, puedes tomar como apoyo muchos procesos de la meditación, la oración, los mantras, los mándalas, las visualizaciones.

Todo este tipo de procesos ayudan a lograr cambios internos que poco a poco nos llevarán a liberar cualquier karma negativo.

Debemos recordar que el aura es el reflejo de nuestra personalidad, de nuestro interior, de nuestra experiencia y aprendizaje. No hay manera de limpiar el aura como no sea cambiando y puliendo nuestros pensamientos y actitudes.

Cuando trabajamos con nuestro interior, estamos trabajando también con el amor y nuestra propia voz, con nuestro corazón. Si nos acostumbramos a escucharnos a nosotros mismos y a abrir el corazón, será más fácil escuchar la voz del amor cuando éste llegue a nosotros.

Probablemente la mejor manera de entender esto es a través de la terminología de la enseñanza sufí que habla de las “moradas”. Tomémoslo como una metáfora de valor indicativo, ya que los temas espirituales están más allá del alcance de nuestro lenguaje corriente.

Los Maestros de Sabiduría conciben los grados de unión como tres moradas – o viviendas – del hombre. Se podría decir que ellas existen en las profundidades del corazón humano, en la más íntima naturaleza de su sensibilidad que está más allá del alcance de las emociones comunes.
La primera morada se denomina Beit-ul-Muharem.

Muharem significa privado, interior, oculto, proviene de la misma raíz que harem, que es el lugar oculto de la casa donde no pueden entrar extraños. Nuestra naturaleza incompleta precisa de la unión con el otro sexo, la que está mucho más allá de un suceso en el mundo físico.

El matrimonio, en el real sentido de la palabra, es un acto de voluntad, una decisión del hombre y de la mujer de aceptarse mutuamente. En esta primera morada, el hombre y la mujer se unen en lo que es la verdadera meta del matrimonio.
Sólo mediante la aceptación incondicional del otro alcanzamos la totalidad del matrimonio. Cuando existe cualquier tipo de reserva, o condicionamiento, o segundas intenciones, la aceptación plena resulta imposible.

Esta aceptación no implica subordinación ni ceguera ante los defectos y debilidades del otro. Debemos aceptar con ojos abiertos, bien conscientes de lo que aceptamos. Para que el matrimonio se transforme en una unión espiritual, es necesario estar siempre dispuestos a colocar al otro en primer lugar, y a sí mismo en segundo lugar. Para que esto suceda debe producirse una subordinación del egoísmo. No es fácil, debe haber una tercera fuerza presente.

En el sentido cristiano se habla de Cristo o Dios, que participa en la bendición del matrimonio. Los sufíes hablan de la Tercera Fuerza y del Trabajo sobre Sí.

Podemos darnos cuenta de las diferencias visibles de una pareja y del tipo de conflictos que pueden surgir en una relación externa. Cuando nuestro Trabajo sobre nosotros mismos logra un cierto impulso, podemos percibir las diferencias psíquicas que existen internamente.

Aún de las fuerzas en conflicto que funcionan entre el hombre y la mujer y que no pueden conciliarse mientras no hayan unido sus voluntades. Creo firmemente que es imposible formar un matrimonio en el verdadero sentido de la palabra sin el Trabajo sobre Sí. El puede conciliar estas fuerzas conflictivas profundas. No es que ellas desaparezcan, más bien se reconcilian, de tal manera que las tres fuerzas – activa, pasiva y conciliadora – se transforman en una y, de hecho, el Trabajo se encarna en ellas.
Resulta extraordinario que en la organización de la naturaleza humana y del proceso de su evolución, esta unión espiritual sea posible a través de la misma relación entre hombre y mujer requerida para la conservación de la especie.

Aunque la unión espiritual sea muy diferente de la unión cuya finalidad es la reproducción. Es posible que ocurra sin necesidad alguna del acto sexual, ni siquiera es esencial que el compañero (o compañera) de esta unión esté encarnado.

Existe algo llamado unión mística o matrimonio místico que tiene el mismo efecto. Se debe, sí, comprender que esta unión mística es aún más excepcional que el propio matrimonio en la dimensión física, y que sólo puede ocurrir en circunstancias especiales y como resultado de una empresa compartida, de un compromiso conjunto a nivel espiritual.

En este camino llega un determinado momento en la evolución de ambos en que la unidad interior de voluntades es inequívoca, y resulta claro que no existe la dominación del uno sobre el otro y que sus decisiones son idénticas. Sus pensamientos con frecuencia coinciden, sus percepciones se han ampliado hasta el extremo que al mirar algo se dan cuenta de que han compartido la misma visión. Lo más importante es la certeza de que son capaces de aceptar la totalidad de la relación y de que cada uno es absolutamente libre siendo que, al mismo tiempo, hay una unión completa de los dos en uno.

El estar conscientes de que no hay exigencias ni deseos de dominar y el darse cuenta de que existe una identidad de voluntades son evidencias de que se está en el Beit-ul-Muharem.

Se alcanza una etapa aún más avanzada en esta evolución interior cuando el hombre y la mujer – habiendo creado en ellos mismos la capacidad de ser – pasan del Beit-ul-Muharem al Beit-ul-Mukades, en un nuevo acto de aceptación.

En este lugar pueden entrar los otros. Es más que una morada privada. La palabra Mukades significa “sagrado” y cuando un hombre y una mujer han entrado allí, se han convertido en algo totalmente diferente de lo que fueron.

En el budismo, el que ha entrado en esa morada es descrito como el Bodhisatva.
Una vez que se han trascendido a ellos mismos, el hombre y la mujer pueden pasar a una aceptación de la raza humana que Gurdjieff describió como “amor imparcial”, en el que todas las personas son aceptadas interiormente tal como ellos se aceptaron el uno al otro en el Beit-ul-Muharem .

Al considerar la unión del hombre y la mujer, miremos un solo factor dominante: la aceptación. Puede haber una atracción sexual muy fuerte, incluso amor, entre el hombre y la mujer; sin embargo, en su interior se dan cuenta de que no hay una aceptación total y sin reservas. Nada que esté por debajo de la aceptación absoluta podrá desplegar el potencial extraordinario de nuestra naturaleza humana.

Se requiere sacrificio, no el sacrificio superficial de los intereses o inclinaciones personales, sino el sacrificio de uno mismo y la intención de no ser uno mismo sino nosotros mismos.
Es una lástima que las personas capaces de conseguir este tipo de unión pierdan la oportunidad por no saber cuál es el secreto.

El matrimonio es un paso muy importante en nuestra transformación, porque, si un hombre y una mujer logran una aceptación mutua total, entonces podrán aceptar a las otras personas también. Por eso se dice que el amor parcial no puede existir. Si alguien ama de verdad, entonces ama a todos y a todo.

Quienes lo consiguen hacen un gran servicio a la humanidad.
Que pueda haber una aceptación transitoria muestra que ella es posible. El amor se derrama sobre todo lo que se ve. Por unos momentos el egoísmo deja de existir. Para lograr que esto sea permanente hay que recorrer un largo y arduo camino. Debemos humillarnos en nuestro interior para admitir a ese amor superior.

A fin de comprender que la condición de esta unión es espiritual, debemos revertir nuestra perspectiva habitual de la realidad. En la vida corriente, lo que llamamos la realidad sustancial es la de nuestros cuerpos. Dentro de ellos podemos llegar a experimentar un mundo interior de energías. Se supone que más allá de esto existe un mundo espiritual de voluntades y principios. Pero la verdad es lo contrario. Nuestra realidad no consiste en tener este cuerpo, ni este ser o naturaleza, sino en que somos la encarnación del principio del mundo espiritual.

Este es el mundo de los nombres de Dios, como lo llama Ibn Arabi.
El hombre está hecho “a la imagen de Dios” porque los principios espirituales se expresan en él. El principio trivalente de un acto completo de la voluntad – o la tríada – se refleja en nuestra naturaleza.

El hombre tiene tres cerebros, cada uno de los cuales trasmite uno de los tres impulsos. En la relación entre esposo y esposa, el hombre y la mujer pueden realizar sus roles afirmativo y receptivo debido a la existencia del Trabajo sobre Sí para reconciliarlos.

Aquí el Trabajo sobre Sí es aquella acción que ha sido dada al hombre para permitirle cooperar con los poderes superiores

La totalidad del cosmos se mueve hacia la unidad y la integración, desde un estado de dispersión hacia un estado superior de organización, a partir del cual se origina una nueva creación. En esto consiste la espiritualización de la materia y la realización del espíritu.

El hombre es una especie en evolución. No está en su naturaleza permanecer inactivo. Como individuo, puede entrar en la corriente de evolución y transformarse. Esto no un asunto privado, ni la transformación de la especie es una serie de hombres perfeccionados aislados el uno del otro.

El hombre como totalidad se mueve hacia la unidad. En la medida que podamos decir que existe una meta de la evolución humana, toda la raza humana debiera organizarse en una sola experiencia total. Y nadie puede saber cuanto tiempo se necesitará para lograrlo.


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