Esencialmente somos perfectos y no importa qué hayamos hecho o dejado de hacer en esta vida pues nuestra parte esencialmente pura siempre permanece inalterable, perfecta, divina. Nuestra única responsabilidad en este mundo es aumentar esta realidad. Gozar gracias a nuestra parte amorosa, bondadosa, a la felicidad que siempre está ahí, en tí.
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