Anda plácidamente entre el ruido y la prisa, y recuerda la paz que se puede encontrar en el silencio.
sábado, 19 de junio de 2010
EL DESPERTAR Y EL MOVIMIENTO DE EXPANSIÓN
Tradicionalmente, el ego ha usurpado y utilizado para sus propios fines el crecimiento natural de la vida que viene con el movimiento de expansión. "Mira lo que yo sé hacer, apuesto a que tú no puedes hacerlo", le dice un niño a otro cuando descubre la creciente fuerza y destreza de su cuerpo. Se trata de uno de los primeros intentos del ego por destacarse identificándose con el movimiento expansivo y el concepto de ser "más que los demás", y fortalecerse disminuyendo a los demás. Claro está que es solamente el comienzo de la larga serie de percepciones erróneas del ego.Sin embargo, a medida que se acrecienta la conciencia y el ego pierde el control sobre la vida, no es necesario esperar para que el mundo se contraiga o se derrumbe a causa de la vejez o de la tragedia personal a fin de despertar al propósito interno. A medida que emerge la nueva conciencia en el planeta es cada vez más grande el número de personas que no necesitan un sacudón doloroso para despertar. Se acogen voluntariamente al proceso de despertar mientras continúan activas en su ciclo de crecimiento y expansión. Cuando el ego pierde su posición de usurpador en ese ciclo, la dimensión espiritual se manifiesta en el mundo a través del movimiento expansivo (el pensamiento, las palabras, las obras, la creación) con tanta intensidad como lo hace en el movimiento de retorno (la quietud, el Ser y la disolución de la forma).Hasta ahora, el ego ha distorsionado y utilizado equivocadamente la inteligencia humana, la cual es apenas un aspecto minúsculo de la inteligencia universal. Es lo que denomino "la inteligencia al servicio de la locura". Se necesita una inteligencia superior para dividir el átomo. Usar esa inteligencia para construí y acumular bombas atómicas es demencia o, en el mejor de los casos, lo menos inteligente que hay. La estupidez es relativamente inofensiva, pero la estupidez inteligente es altamente peligrosa. Esta estupidez inteligente, de la cual encontramos un sinnúmero de ejemplos obvios, amenaza la supervivencia de nuestra especie.Sin el impedimento de la disfunción del ego, nuestra inteligencia entra en alineación perfecta con el ciclo expansivo de la inteligencia universal y su ímpetu creador. Nos hacemos partícipes conscientes de la creación de la forma. No somos nosotros los creadores sino los vehículos de la inteligencia universal. No nos identificamos con aquello que creamos, de manera que no nos perdemos en lo que hacemos. Aprendemos que en el acto de la creación interviene una energía de la más alta intensidad, pero que no genera tensiones ni representa un "arduo esfuerzo". Debemos comprender la diferencia entre la tensión y la intensidad, como veremos más adelante. La lucha o la tensión es señal de que el ego ha regresado, como lo son también las reacciones negativas frente a los obstáculos.La fuerza que impulsa los deseos del ego crea "enemigos", es decir, unas reacciones que se manifiestan en fuerzas opuestas de igual intensidad. Mientras más fuerte es el ego, mayor es el sentido de separación con respecto a los demás. Las únicas actuaciones que no provocan reacciones opuestas son las encaminadas a lograr el bien colectivo. Son incluyentes en lugar de excluyentes. Unen en lugar de separar. No son por "mi" país sino por toda la humanidad, ni por "mi" religión sino por el surgimiento de la conciencia de todos los seres humanos, no por "mi" especie, sino por todos los seres vivos y toda la naturaleza.También estamos aprendiendo que la acción, si bien es necesaria, es solamente un factor secundario a la hora de manifestar nuestra realidad externa. El factor primordial de la creación es la conciencia. Por muy activos que seamos, por muchos esfuerzos que realicemos, es el estado de conciencia el que crea nuestro mundo y si no hay un cambio en ese nivel interno, nada lograremos por mucho que hagamos. Solamente crearemos versiones modificadas del mismo mundo una y otra vez, un mundo que sería el reflejo externo del ego.
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