domingo, 19 de diciembre de 2010

CUMPLIR UN SUEÑO.... MORIR EN CONCIENCIA

Dicen por ahí que el motivo principal para estar vivos es el de cumplir un sueño…, que ese es el principal motor que nos mantiene conectados con esta vida o aferrados a ella, para aquellos que ya no quieren seguir viviéndola. Pero existe al mismo tiempo algo que no nos permite recordar o reconocer dicho sueño, y tiene que ver con lo que aún significa para nosotros estar vivos.

Vivir sigue siendo para nosotros una conciencia de posesión, en la que nos aferramos a las circunstancias, a las personas y a la vida misma como si fuera lo único que tuviéramos. En eso, en ese juego de temor a la pérdida, se nos va la vida…, sin haberla vivido. Y la verdad es que en este plano de existencia son pocos los que pueden saber si les queda un segundo de vida o muchos años más. Por lo tanto, ¿de qué vale resistirse a la pérdida de cualquier cosa, en especial, de la vida, si no la estamos viviendo? La mejor forma de entregarnos a nuestra experiencia, es la de dejar que nuestra esencia aparezca como si nos quedara un segundo de vida; es más, como si ya estuviéramos muertos, pero conscientes de ello.

¿Qué podríamos perder al entregarnos a una muerte consciente, despierta a cada segundo de acción vivida?

Lo maravilloso de esta entrega o salto al vacío, es que la vida se abre, se nos ofrece precisamente como si no nos quedara ni un minuto más para vivir. Se nos ofrece en un acto de compasión, no de lástima, sino de amor incondicional, como cumpliendo el último deseo al condenado a muerte.

En esos momentos, el condenado se atreve más que nunca a decir, a actuar, a aparecer, porque no tiene nada más a qué aferrarse, pierde la mochila que cargó por tanto tiempo y que estaba llena de necesidades, aprensiones y temores.

El sueño existe, y es uno que podemos manifestar despiertos, con los ojos bien abiertos y atentos a lo que las experiencias nos ofrecen para ayudarnos a aparecer. Porque de eso se trata, de aparecer de una vez por todas…, aunque la locura se nos note en los ojos o en nuestra respiración.

Yo no estoy dispuesto a ajustar o tranzar mi locura ante nadie…, aunque a veces me cueste. Sólo así los ojos se me abren de par en par y vuelvo a mirar todo como algo nuevo, como un recién nacido o un extranjero que no teme en sus vacaciones ponerse cualquier ropa, porque donde está nadie lo conoce, nada le importa el qué dirán, no tiene miedo.

Sólo así me siento bien, desparezco a lo plano y conquisto lo redondo y total, me olvido de mí mismo como constructo externo y siento la verdad que se agita en mi interior. No pienso esa verdad, sino que la vuelo, la palpo, le hago el amor y me entrego al orgasmo con el Todo lo que Es, conmigo mismo. Sólo ahí soy verdaderamente capaz de amar…, sólo amar porque el amor es creación, es el vuelo eléctrificante que me hace temblar y sudar porque estoy vivo…, muerto a mis antiguas creencias, loco y arrojado.



Como si fuesen a morir o como si estuvieran muertos, la mirada y las palabras que no temen desarmar a nadie aparecen como por obra de magia, sabiamente, misteriosamente, inconscientemente, de corazón. Es más, mientras más le quiten la armadura y el fusil a quien todavía cree en ellos, mucho mejor. Y ese es precisamente mi sueño. Mi sueño incluye a los muertos que creen estar vivos, no a los ángeles; incluye a quien no sabe que ya está muerto, inconsciente; mi sueño resucita al esqueleto con ropas y lentes de sol que también cree que está vivo; mi sueño toma de la mano al zombi para que logre soberanía en su acción; e incluso, mi sueño considera al gusano que corroe los cuerpos de luz…, aquel ser que se alimenta de otros para vivir…, y lo incluye, porque también cree estar vivo mientras camina muerto y dormido. Mi sueño consiste en decirles que ya están muertos para que pierdan el miedo y vivan de una vez por todas; mi sueño les dice a todos ellos que no hay mayor amor que el que tienen dentro de sí mismos, para que dejen de buscarlo afuera, total, afuera también está lleno de muertos que creen vivir y que nada les pueden entregar.

Mi sueño pretende cerrar las puertas del cementerio y del infierno creado en nuestras mentes, para que no entre nadie más…, sólo habrá una puerta de salida por donde salga el muerto dispuesto a vivir en plenitud y conciencia. La vida es toda aquí y ahora, y aunque nos cueste vivirla así, nada vale más que intentarlo…, lograr ese sueño que cada uno tiene y que nos despierta del olvido, que nos eleva nuevamente al sitial de dioses que somos. Creadores, sin miedos, arrojados, locos, vivos siempre y en todo lugar, eternos e infinitos.

En un viaje por mar y a nado, el amor por este sueño -que es el amor por mí mismo y la causa de mi presencia en la vida terrenal-, es lo único que me saca a flote cuando me entrego al oleaje desenfrenado de la otra locura, la del rebaño del que hoy desconfío, y que cree que la existencia es una película hecha por otros y a la cual deben arrimarse aprendiendo un papel para actuar, y que más encima se les aplauda por eso. Yo nado y navego por MI locura, la misma de tantos en la historia, que viven para siempre en los corazones de la humanidad porque se atrevieron a morir en conciencia despierta.

Verán que el viento los mece suavemente, y que la lluvia no los moja sino que los cobija. Verán vuestro fuego reflejado en cada persona que tengan en frente…, y serán capaces de morir en cada acto creado por ese amor que grita en vuestro interior por aparecer.

Cada uno tiene su propio sueño y está íntimamente ligado al sueño humano total, consciente y despierto. El sueño de la libertad que ya se huele a la distancia, que está a la vuelta de la esquina.

Yo de otra manera no puedo vivir, prefiero morir en conciencia…, y aquí me tienen, nadando hasta la puesta de sol en el mar, hasta ese fuego interminable que me habla de mí mismo. Vivo.


Con Amor
Yo Soy Roberto.
ROBERTO CABRERA OLEA

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