sábado, 22 de enero de 2011

Yo objeto; tú objetas; él objeta; nosotros objetamos.....

En tu existencia como humano, sin que puedas negarlo, casi siempre te ha dado por objetar lo que hay a tu alrededor; de ahí que a las cosas les dices “objetos”. La verdad es que todo lo que vibra en tu medio ambiente no son meros objetos, más bien son experiencias que tienes que vivir. Una prenda de vestir, por ejemplo, no es sólo un objeto, porque cuando la usas, estás teniendo una experiencia, agradable o desagradable, pero a fin de cuentas es una vivencia real y verdadera, ¿o tú qué crees? Objetar quiere decir: no estar de acuerdo en; es oponerse a; es contradecir, etc. ¿Te habías puesto a pensar en eso? ¿Qué será aquello en lo que no estás de acuerdo; a qué te opones o qué es lo que contradices cuando te estás refiriendo a un objeto cualquiera? ¡A la energía que lo compone!, así de simple. Decirle “objeto” a las cosas es ‘quitarles la vida’. No puedes seguir hablando de ellos en forma despectiva como lo venías haciendo, y expresarte como si no tuvieran inteligencia propia —los objetos, digo.

No sigas comprando la idea o creyéndote el cuento bobo que los objetos son ‘cosas inanimadas’, como te lo han querido hacer ver. Alguien jugó con los conceptos y por eso vives en un mundo de separatividad. El papel principal que estás llevando a cabo en estos precisos momentos, con el hecho de vivir en este plano dimensional, es la integración total; la unión contigo mismo por dentro y por fuera y con todo lo que te rodea… y cuando le dices “objeto” a algo es que no estás aceptando que en su interior —desde sus átomos y más allá aún—, todo lo que hay allí, es energía. Sí, dije ENERGÍA. Y la energía es inteligente, es consciente, es autónoma. La energía es sabiduría universal. ¿Quién fue entonces el gracioso que empezó a objetar la existencia de la energía en las cosas visibles y tangibles? Yo sí sé, ¿y tú? ¿Alguna vez has conjugado el verbo “objetar” en tiempo presente? ¿Lo hacemos aquí? Bueno. «Yo objeto; tú objetas; él objeta; nosotros objetamos; ustedes objetan; ellos objetan». ¿Qué tal, objetas, o no objetas? ¡Desde luego que lo haces! Siempre has actuado de esa manera porque nadie te había mostrado lo contrario.

Toda la materia está constituida por energía en su interior. Materia es energía coagulada. La energía es invisible para tus ojos físicos porque está vibrando en frecuencias elevadas, en dimensiones superiores difíciles de captar humanamente. La materia que se encuentra en la tercera dimensión es energía también, pero vibrando a escalas inferiores, por eso la percibes con tu vista y con tu tacto. Tú eres un ente constituido de materia y tu cuerpo vibra en la misma frecuencia que todo lo demás —lo que también es material y te rodea.

La energía viene “de la nada”, de la dimensión “desconocida”, de donde ciertamente no hay Nada pero existe Todo en potencia. La energía tiene su origen en el “vacío absoluto”. La energía es la materia prima de la Materia, de los sólidos, líquidos y gases que existen por doquier. Desde dimensiones superiores viaja la energía primero como un pensamiento para cristalizar luego en forma de cosas en la dimensión objetiva, en la que sí puedes ver y palpar; donde te desenvuelves física y materialmente. En palabras llanas o simples tus pensamientos son los que le “dan vida” a todos los objetos que te rodean.

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