sábado, 30 de octubre de 2010

Disfruta la mente

No trates de detener a la mente.  Es una parte natural de ti; enloquecerás si tratas de detenerla.  Sería como un árbol tratando de impedir que le crecieran hojas; las hojas son naturales para él.
Entonces, el primer consejo: no trates de detener tu pensamiento; está perfectamente bien.
El segundo consejo: el solo hecho de no detenerla no es suficiente; hay que disfrutarla.  ¡Juega con ella!  Es hermoso.  Jugando con ella, disfrutándola, dándole la bienvenida, comenzarás a estar más alerta, más al tanto de ella.  Esta toma de consciencia llegará de una manera muy indirecta; no será un esfuerzo llegará de una manera muy indirecta; no será un esfuerzo por tomar consciencia.  Cuando tratas de tomar consciencia, la mente te distrae y te molesta con ella.  Sientes que es una mente que se la pasa parloteando constantemente, quieres estar en silencio y no te lo permite, así que comienzas a sentir a la mente como un enemigo.
Eso no es positivo; es dividirte en dos.  Entonces tú y la mente se vuelven dos y surge el conflicto y las fricciones.  Y toda fricción es suicida porque es perder energía sin necesidad.  No tenemos tanta energía como para desperdiciarla en pelear contra nosotros mismos.  Esa energía debe usarse para la alegría.
Por ello, comienza a disfrutar el proceso del pensamiento.  Sólo observa los matices de los pensamientos, los giros que toman, cómo una cosa lleva a la otra, cómo se enganchan unos con otros.  ¡Es un verdadero milagro que observar!  Un pequeño pensamiento puede llevarte al final más alejado, y si observas no verás ninguna relación entre uno y otro.
Disfrútala, deja que se convierta en un juego; juégalo deliberadamente te sorprenderás: a veces sólo disfrutándolo encontrarás pautas hermosas.  De repente encontrarás que un perro está ladrando y no está surgiendo nada en tu mente, no origina ninguna cadena de pensamientos.  El perro sigue ladrando y ti sigues escuchando y no surge pensamiento.  Surgirán pequeñas discontinuidades… pero no tendrán futuro.  Llegan por sí solas y cuando vienen son hermosas.  Y justo en esos pequeños huecos empezarás a observar al observador, pero eso será natural.  Nuevamente empezarán los pensamientos y los disfrutarás.  Hazlo con tranquilidad, tómalo con calma.  La consciencia llegará a ti pero llegará indirectamente.
Observar, disfrutar, dejar a los pensamientos jugar su papel, es tan hermoso como ver al mar con sus millones de olas.  La mente también es un mar y los pensamientos son olas.  No obstante, la gente va y disfruta de las olas del océano y no disfruta de las olas de su consciencia.

OSHO

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