Decir que les hablo desde el corazón se me hace poco. Todo en este momento me empuja a expulsar lo que siento en todo mi cuerpo, en mi sentir. Mis pensamientos no tienen un orden, y mientras quiero darles uno, más me trabo en una forma que sólo limita mi expresión y mi actuar en el mundo.
Trato, trato profundamente de funcionar como lo he venido haciendo por años, pero no puedo. Y trato tanto porque no puedo negar que me asusta la extrañeza que produce el darme cuenta que soy otro que el que fui ayer, y que el que se despertó esta mañana. Si no fuese por la confianza que tengo en la vida, en mi esencia que siento que nunca olvidé por completo, creería en las apariencias que me dicen que algo no está bien, que todo pierde sentido y que incluso no tengo ni ganas de construir algo nuevo, porque sólo quiero vivir sin proyectar; sólo hacer lo que siento en el instante que siento. Si no fuese por el amor profundo que tengo por la Tierra y toda la vida que la inunda, en especial por la Humanidad, podría llegar a creer que nada nuevo vale la pena y que sería mejor volver a lo que fui para no tener tanto miedo y no causar miedo a los que me rodean.
Es una tremenda extrañeza de mí mismo que sólo me permito vivir y dejar que sea por el amor y la confianza de sentirme una Luz. Es la tremenda extrañeza de ver a cada instante un mundo distinto porque yo mismo soy otro a cada instante…, como un nacimiento, como un parto en que soy quien nace y quien da a Luz. Soy la madre, el hijo y el padre que recibe.
Esto que les cuento es mi renacimiento, y creo que más que contárselos a ustedes me lo muestro a mí mismo como para creerlo, para valorarlo y confiar en que todo está bien.
Es una extraña alegría la que me acompaña. No sé. Soy el que soy y no sé quien soy…, pero tal vez ni quiero saberlo, sino sólo serlo. Esa idea me da paz y me permite crear y crearme a cada segundo como un nuevo nacimiento. Cada momento es distinto y no puedo ser el mismo porque ya soy otro, y ese otro que permito que aparezca siente más profundo, quiere otras cosas y tiene otras formas…, uf! Sólo es así.
¡Aaaahhhhh! Suelto lo que me aprieta el pecho, lo que me aprisiona cuando me niego a lo que estoy viviendo. Ahoga el resistirse a lo que uno es, pero reconozco y acepto mi humanidad creciendo y recordándose, no sin temor, no sin cansancio, no sin llanto. Me amo, y agradezco tenerlos para contárselos.
En fin, siento la necesidad de no limitarme más, de no detener el flujo que mi energía quiere tener, ni tampoco dejar de escuchar a la energía que a través del mundo me habla y me llama a moverme más de lo que he hecho. Cada uno tiene su forma y su camino, yo sólo quiero regalarles mi sentir para decirles que llega un momento en que el ocultarse duele y duele mucho, y que el único antídoto es la auto entrega de amor, es la paz de un silencio, es mirarte en las hojas de un árbol que mece el viento, es escribir, es pintar, es saludar al otro sin forma alguna, es abrazar cuando tienes ganas, es encontrarte en la mirada de los demás, es reconocerte luminoso y creer en ti mismo como nadie más podrá hacerlo nunca. Es poetizarte en cada acto, es ponerte música incidental para tu propia película y caminar en cámara lenta como lo hacen los héroes, como lo hacen los guerreros que irradian fuerza con su sola presencia. El único antídoto para ese dolor que provoca ocultarse, es descansar de tanta creencia y de tanta forma actuada por miedo a no ser dañado.
Renazco porque así lo quise, aunque no esperaba este movimiento que aparenta hasta locura. Aunque no esperaba ver tantos ojos de extrañeza en los demás (que a al final son los míos), aunque no esperaba sentir tan fuertemente la sensación de no saber vivir en el mundo como lo hacen los otros. Pero prefiero este vaivén a seguir actuando dormido, sin saber que actúo; porque sé que no dejaré de actuar en este mundo, pero quiero hacerlo en este sentir consciente, aunque me crean loco, aunque sea el raro, aunque me dejen de querer. A las finales, sino paso por este sentir de extrañeza al renacer, no lograré darme el único sostén que vale: mi propio amor. Después se verá, después iré creando una forma libre que me permita entrar y salir de la ilusión cuando yo quiera. Después lograré adecuarme para quienes lo necesiten, pero lo haré por amor no por esclavitud. Lo haré porque puedo entregar amor, ese amor que ya supe darme.
Vivo en un mundo, el que yo elegí vivir y que me fascina. Y honro mi presencia en él y la presencia de todos lo que se cruzan en mis pasos. Todo lo que les cuento no es por rechazo a nada, es por el deslumbramiento que me da el darme cuenta de que estoy vivo, y que muero a cada instante para nacer de nuevo. Oh! Qué vida la que nos hemos querido dar, qué nostalgia me produce el sentir mi interior y sentir en él a Dios; pero qué mayor alegría siento en la conciencia de que en cada amanecer, en cada respiro que me da vida, en cada renacer segundo a segundo en esta Tierra y su forma, puedo tocar la presencia de ese Hogar que en un momento aparentó quedar atrás y estar lejos.
Puedo escuchar, oler, gustar, tocar y mirar, como ningún otro ser en el Universo puede hacerlo, porque estoy en la Tierra. Qué bendición, qué regalo, y qué amado me siento por renacer a la conciencia sentida, al sentientendimiento de que acá está Todo el Espíritu de Amor que me dio vida. Y no miro las estrellas para saberlo, no quiero escapar más…, no, ya no, sólo requiero de tocarme, olerme, escucharme, gustarme y mirarme, para en ese disfrute lograr aprender a hacerlo con los demás y encontrar sin más que eso a Dios. Porque así lo quise…
Bonus: Mientras escribía estas palabras que comparto con ustedes, salí un instante a la terraza de mi departamento y escucho que cantan el “cumpleaños feliz” a alguien en otra casa. Aaahh! Que felicidad, un coro de ángeles quiso recordarme el renacimiento (sentí compañía y menos extrañeza, porque quise escuchar en ese canto la confirmación de mi nacimiento).
Y a mí me habla el mundo. Con todo lo cotidiano yo recibo las palabras que me quiero recordar de la esencia. Si no creo en eso estoy muerto, sino creo en las sincronías y en que todo está en orden, estoy muerto. Hablo de mí…, yo me comparto a ti en este momento, y yo…, yo estoy vivo.
AUTOMAESTRIA / Roberto Cabrera Olea
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