Tú eres mi creación más fina.
Dentro de tu ser existe la suficiente fuerza atómica para destruir cualquiera de las grandes naciones de tu mundo... y para reconstruirla.
No. ¡Eres rico! Hemos contado juntos tu riqueza. Analiza la lista. Vuelve a contar. ¡Tasa tus bienes!
¿Por qué te has traicionado? ¿Por qué gritaste que todos los dones de la humanidad te sido negados? ¿Por qué te engañaste pensando que eras débil para cambiar tu vida? ¿Careces de talento, sentidos, capacidades, placeres, instintos, sensaciones y orgullo? ¿Por qué te arrastras en las sombras, como un gigante derrotado, esperando sólo el transporte hacia la vacía y húmeda bienvenida del infierno?
Tienes demasiadas cosas. Tus dones se derraman de tu copa... y tú has sido negligente con ellos, como un niño echado a perder por lujos, debido a que los he implantado en ti con regularidad y generosidad.
Contéstame.
Contéstate a ti mismo.
¿Qué hombre rico, viejo o joven, retardado o inútil no cambiaría a todas sus riquezas por los dones que tú has tratado tan a la ligera?
Por lo tanto, haz como te digo; cuenta tus dones, y está consciente de que eres mi creación más grande. Esta es la primera ley que debes obedecer para realizar el milagro más grande del mundo, el regreso de tu humanidad de la muerte viviente.
Y agradece las lecciones aprendidas de la pobreza. El pobre no es el que tiene poco, sino el que desea mucho... y la verdadera seguridad descansa no en las cosas que uno posee sino en las cosas que puede hacer sin ellas.
¿Dónde están los defectos que ocasionaron tu fracaso? Sólo existen en tu mente.
Cuenta tu dones.
Y la segunda ley se parece a la primera.
Ten conciencia de tu individualidad.
Te has condenado a una fosa común, y ahí permaneces, incapaz de perdonar tu propio error, destruyéndote con odio hacia tu ser, autoincriminación, repulsión hacia los crímenes que has cometido contra ti y contra otros.
¿No estás perplejo?
¿No te preguntas por qué soy capaz de perdonar tus faltas, tus transgresiones, tu vergonzoso comportamiento... aun cuando tú no puedes perdonarte?
Ahora me dirijo a ti por tres razones. Me necesitas. No eres una horda de destrucción dentro de una masa gris de mediocridad. Y... eres una gran rareza.
Analiza una pintura de Rembrandt, o un bronce de Degas o un violín Stradivarius o una obra de Shakespeare. Son de mucho valor por dos razones: sus creadores eran maestros y son pocos en cantidad. Sin embargo, existe más de uno en cada especialidad.
Siguiendo este razonamiento, eres el tesoro más valioso en la superficie de la tierra, pues sabes quién te creó y no hay nadie como tú.
Nunca ha habido entre los setenta mil millones de seres que han caminado sobre el planeta desde que éste fue creado, un ser que haya sido exactamente igual a ti.
Nunca, hasta el fin del mundo, habrá otro igual a ti.
No has mostrado conciencia o aprecio de tu individualidad.
Más, eres una creación única en el mundo.
De tu padre emanaron en su momento de amor supremo, un sinnúmero de semillas de amor, más de cuatrocientos millones. Todas ellas, mientras nadaban dentro de tu madre,
entregaron el alma a Dios y murieron. ¡Todas, excepto una! Tú.
Sólo tú preservaste dentro del amoroso calor del cuerpo de tu madre, buscando tu otra mitad, una sola célula de tu madre, tan pequeña que se necesitarían más de dos millones de estas para llenar una bellota.
Sin embargo, a pesar de las imposibilidades, y el vasto océano de oscuridad y desastre, perseveraste, encontraste la célula infinitesimal, te uniste a ella y empezó una nueva vida. Tu vida.
Llegaste, trayendo contigo, como lo hacen todos los niños, el mensaje que dice que no me he desilusionado del hombre.
Dos células, ahora unidas en un milagro.
Dos células, cada una con veintitrés cromosomas y en cada cromosoma cientos de genes que regirán cada característica tuya, desde el color de tus ojos hasta el encanto de tus modales y el tamaño de tu cerebro.
¿Pero a quién creé?
A ti. Único en su clase. Único entre los únicos. Un premio sin precio, poseedor de cualidades en mente, habla, movimiento, apariencia y acciones que nunca tuvo otro ser que haya vivido, viva o viviere.
¿Por qué te has valorado en centavos cuando tu valor es comparable a la riqueza de un rey?
¿Por qué escuchaste a quienes te menospreciaron?... y, peor aún, ¿por qué les creíste?
Recuerda. No sigas escondiendo tu individualidad en la oscuridad. Sácala. Muéstrala al mundo. Esfuérzate por no caminar como tu hermano, ni a hablar como habla tu dirigente, ni a trabajar como trabaja el mediocre. Nunca hagas lo que otro. Nunca imites a nadie.
Como ya sabes, no debes imitar al malo, pues el que lo imita, siempre lo supera, mientras que quien imita al bueno siempre se queda corto... No imites a nadie. Sé tú mismo.
Muestra al mundo tu individualidad y él te bañará en oro. Esta es, pues, la segunda ley.
Proclama tu individualidad.
Y ahora has recibido dos leyes.
¡Cuenta tus dones! ¡Proclama tu individualidad!
No tienes trabas. No eres mediocre.
Haces una señal afirmativa. Fuerzas una sonrisa. Admites tu propia decepción.
¿Y tu próxima queja? ¿La oportunidad nunca te busca?
Acepta el consejo, y eso pasará, ya que ahora te doy la ley del éxito en todo. Hace muchos siglos se dio esta ley a tus antepasados desde la cima de una montaña.
Algunos siguieron la ley y se salvaron; sus vidas estaban llenas con el fruto de la felicidad, el cumplimiento, el oro y la paz mental.
La mayoría no escuchó, ya que buscaba medios mágicos, rutas tortuosas, o esperó a que el demonio llamado suerte le mandara las riquezas de la vida.
Esperó en vano... igual que tú esperaste, y después lloró, del mismo modo que tú, culpándome por su falta de suerte.
Esta ley es sencilla. Joven o viejo, mendigo o rey, blanco o negro, hombre o mujer... todos pueden utilizar el secreto en provecho propio, ya que de todas las normas, pláticas y escritos sobre el éxito y cómo lograrlo, solamente un método nunca ha fallado... si alguien te pide que le acompañes a caminar un kilómetro... acompáñalo dos.
Entonces esta es la tercera ley... el secreto que producirá riquezas y te proyectará más allá de tus sueños. ¡sigue adelante otro kilómetro!
El único medio cierto de triunfar es rendir más y mejor de lo que se espera de ti, sin importar de que se trate. Este es un hábito seguido por todas las personas de éxito desde el principio de los tiempos.
Por lo tanto, te digo que el camino más seguro para condenarte a la mediocridad es realizar solamente el trabajo por el que se te paga.
No pienses que te están engañando si rindes más de lo que se te paga, ya que hay un péndulo para toda la vida y lo que trabajes, si no te es recompensado ahora, lo será mañana multiplicado por diez. El mediocre nunca camina otro kilómetro, piensa que no vale la pena seguir adelante.
Pero tú no eres mediocre.
Caminar otro kilómetro es un privilegio del que debes apropiarte por iniciativa propia. No puedes, no debes, y la responsabilidad de tu fracaso son únicamente tuyos.
Ya no puedes servir recibiendo solamente la compensación que en principio será entregada, sin sufrir la pérdida de la recompensa.
La causa y el efecto, medios y fines, semilla y fruto, no pueden estar separados. El efecto es la causa, el fin preexiste en los medios y el fruto está siempre en la semilla.
Camina otro kilómetro.
No te preocupes por ti mismo, ya que así servirías a un amo desagradecido. Sírvelo más.
Y en lugar de él, deja que sea yo el que está endeudado, y así sabrás que cada minuto, cada servicio extra será remunerado.
Mientras mayor sea el pago retenido, mejor será para ti... y el interés compuesto en el interés compuesto es el beneficio más grande de la ley.
No puedes ordenar el éxito, sólo puedes merecerlo... y ahora conoces el gran secreto necesario para merecer su extraña recompensa.
¡Camina otro kilómetro!
¿En dónde se encuentra el campo desde el cual gritaste que no existía una oportunidad?
¡Observa! Mira a tu alrededor. Vé que , en donde sólo ayer te revolcabas en la autocompasión, ahora caminas erguido sobre una alfombra de oro. Nada ha cambiado...
excepto tú, pero tú lo eres todo.
Eres mi milagro más grande.
Eres el milagro más grande del mundo.
Y ahora las leyes de la felicidad y el éxito son tres.
¡Cuenta tus dones! ¡Proclama tu individualidad! ¡Camina otro kilómetro!
Para contar tus dones con gratitud, para proclamar tu individualidad con orgullo, para caminar otro kilómetro más y después otro, estos actos no pueden hacerse en un abrir y cerrar de ojos.
Pues lo que obtienes con mayor dificultad, lo retienes durante más tiempo; como aquellos que ganan una fortuna, son más cuidadosos con ella que aquellos que la heredan.
Y no temas entrar en tu nueva vida.
Toda adquisición noble se obtiene con sus riesgos.
Quien teme encontrar algo, no debe esperar obtener lo otro.
Ahora sabes que eres un milagro.
Y no existe el temor en un milagro. Sé orgulloso.
No eres un capricho momentáneo de un creador descuidado que hace experimentos en el laboratorio de la vida.
No eres un esclavo de fuerzas que no puedes comprender.
Eres una manifestación libre de mi ser, de mi amor.
Fuiste creado con un propósito. Siente mi mano.
Escucha mis palabras. Me necesitas... y yo te necesito. Tenemos un mundo que reconstruir...
y si se necesita de un milagro, ¿qué es eso para nosotros?
Ambos somos milagros y ahora nos tenemos el uno al otro.
Jamás he perdido la fe en ti desde aquel día en que por primera vez te salvé de la ola gigantesca y te arrojé desamparado sobre la playa.
De la forma en que mides el tiempo, esto tuvo lugar hace más de quinientos millones de años.
Hubo muchos modelos, muchos cortes, muchas tallas antes de que alcanzara la perfección en ti, hace más de treinta mil años. No he hecho un esfuerzo posterior para mejorarte a últimas fechas.
¿Pues cómo voy a mejorar un milagro?
Eras una maravilla que contemplar y me sentía satisfecho.
Te di este mundo y el dominio sobre él.
Después, para que fueras capaz de alcanzar el máximo de tu potencial, posé mi mano sobre ti, una vez más, y te doté de poderes desconocidos para todas las demás criaturas del universo, aún hasta hoy.
Te di el poder de pensar.
Te di el poder de amar.
Te di el poder de determinar.
Te di el poder de reír.
Te di el poder de imaginar.
Te di el poder de crear.
Te di el poder de planear.
Te di el poder de hablar.
Te di el poder de orar.
Mi orgullo era que no conocías ataduras. Eras mi creación última, mi mayor milagro.
Un ser vivo completo. Uno que puede adaptarse a cualquier clima, a cualquier trabajo pesado, a cualquier desafío.
Uno que puede crear su propio destino sin ninguna interferencia por mi parte.
Uno que puede traducir cualquier sensación, o percepción, no por el instinto, sino mediante el pensamiento y el análisis en cualquier acción que sea mejor para él y para toda la humanidad.
Así pues, llegamos a la cuarta ley del éxito y la felicidad... ya que te di un poder más, un poder tan grande que ni los ángeles lo poseen.
Te di... el poder de elección.
Te di dominio total sobre tu propio destino.
Te dije que determinaras por ti mismo tu propia naturaleza de acuerdo con tu propia voluntad. No siendo ni divino ni terrestre por naturaleza fuiste libre de modelarte en la forma en que prefieras.
Poseías el poder de elección para degenerar en la forma más baja de vida, pero también tenías el poder, fuera del juicio de tu alma, de renacer en la forma más elevada, que es divina.
¿Qué has hecho con esta tremenda fuerza? Mírate. Piensa en las elecciones que has hecho en tu vida y recuerda, ahora, aquellos amargos momentos en los que caerías de rodillas si tan sólo tuvieras la oportunidad de elegir nuevamente.
Usa sabiamente tu poder de elección.
Elige amar... en lugar de odiar.
Elige reír... en lugar de llorar.
Elige crear... en lugar de destruir.
Elige perseverar... en lugar de renunciar.
Elige alabar... en lugar de criticar.
Elige curar... en lugar de herir.
Elige dar... en lugar de robar.
Elige actuar... en lugar de aplazar.
Elige crecer... en lugar de consumirte.
Elige bendecir... en lugar de blasfemar.
Elige vivir... en lugar de morir.
Ahora sabes que tus desventuras no eran mi voluntad ya que todos los poderes empleados sobre ti, y el monto de acciones y pensamientos que te situaron en el rechazo de la humanidad eran lo que tú hacías, no yo. Mis regalos de poder eran demasiado grandes para tu pequeña naturaleza.
Ahora te has vuelto grande y sabio, y los frutos de la tierra serán para ti.
Eres algo más que un ser humano, eres un ser humano digno.
Eres capaz de realizar maravillas.
Tu potencialidad es ilimitada.
¿Cuál otra de mis criaturas ha dominado el fuego? ¿Cuál otra de mis criaturas ha conquistado la gravedad; ha caminado por los cielos; ha dominado la enfermedad, la peste y la sequía?
¡Nunca menosprecies nuevamente a tu persona!
¡No te rebajes por las cosas insignificantes de la vida!
¡Nunca ocultes tus talentos, de ahora en adelante!
Recuerda al niño que dijo: "Cuando sea un niño grande". ¿Pero qué es eso? Los niños grandes dicen: "Cuando crezca". Y los adultos dicen: "Cuando me case". Pero, ¿después de todo qué es estar casado?
El pensamiento entonces cambia a: "Cuando me jubile". Y entonces, llega la jubilación y observa el panorama de lo hecho; un viento helado pasa sobre eso y de alguna forma lo ha perdido y se ha ido. Disfruta de este día, hoy... y mañana disfruta mañana.
Has realizado el milagro más grande del mundo.
Has regresado de tu muerte viviente.
Nunca más sentirás autocompasión y cada nuevo día será un desafío y una alegría. Has nacido nuevamente... pero igual que antes, puedes elegir entre el fracaso y la desesperación o el éxito y la felicidad.
La elección es exclusivamente tuya. Yo solamente puedo observarte, como antes... orgulloso... o apenado.
Recuerda entonces las cuatro leyes de la felicidad y el éxito.
Anota tus dones.
Proclama tu individualidad.
Camina otro kilómetro.
Usa sabiamente tu poder de elección.
Y algo más, para complementar las otras cuatro leyes.
Haz todo con amor... amor por ti, amor por otros y amor por mí.
Seca tus lágrimas. Sal, toma mi mano y manténte erguido.
Permíteme quitarte las mortajas que te atan.
Este día ha sido notificado.
Sé paciente con tu progreso.
FRAGMENTOS DE MEMORANDUM DE DIOS
NAMASTE !!!!
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