domingo, 5 de septiembre de 2010

EXIGENCIAS DE BONDAD

El hombre bueno está en constante conflicto. Su vida no es una vida alegre; no puede reír cordialmente, no puede cantar, no puede bailar. Está juzgándolo todo constantemente. Su mente está llena de condenas y juicios. Y como él se esfuerza tanto por ser bueno, juzga a los demás según los mismos criterios. No puede aceptarte tal como eres; solo puede aceptarte si cumples sus exigencias de bondad. Y como no puede aceptar a la gente tal como es, la condena. Todos vuestros santos se hincharon a condenar a todo el mundo; según ellos, todos sois pecadores. No son estas las cualidades del hombre auténticamente religioso. El hombre auténticamente religioso no tiene juicios ni condenas. Solo sabe una cosa: que ningún acto es bueno y ninguno es malo… la conciencia es buena y la inconsciencia es mala. El inconsciente puede incluso hacer algo que a todo el mundo le parece bueno, pero para el hombre religioso no es bueno. Y puedes hacer algo malo, y todos te condenarán excepto el hombre religioso. Él no puede condenarte, porque no eres consciente; necesitas compasión, no juicio, no condena. No mereces el infierno, nadie merece el infierno.


Cuando se llega a un punto de absoluta conciencia, ya no es cuestión de elegir… simplemente, haces cualquier cosa y es buena. La haces inocentemente, como tu sombra cuando te sigue, sin esfuerzo. Si tú corres, la sombra corre; si te paras, la sombra se para… pero no hay esfuerzo por parte de la sombra. Al hombre de conciencia no se le debe considerar sinónimo de hombre bueno. Es bueno… pero de un modo muy diferente, desde un ángulo muy diferente. No es bueno porque esté intentando ser bueno; es bueno porque es consciente. Y en la conciencia, el mal, lo malo, todas esas palabras condenatorias, desaparecen como desaparece la oscuridad al llegar la luz. Las religiones han decidido quedar reducidas a simples sistemas morales. Son códigos éticos; son útiles para la sociedad, pero no son útiles para ti, no son útiles para el individuo. Son conveniencias creadas por la sociedad. Naturalmente, si todo el mundo empezara a robar, la vida se haría imposible; si todos empezaran a mentir, la vida se haría imposible; si todos fueran deshonestos, no podrías existir. Así pues, en el nivel más bajo, la moral es necesaria para la sociedad; es una utilidad social, pero no es una revolución religiosa.


No te des por satisfecho con ser simplemente bueno. Recuerda: tienes que llegar a un punto en el que no tengas ni que pensar qué es bueno y qué es malo. Tu misma conciencia, te lleva hacia lo que es bueno. No hay represión. Un hombre de conciencia no está obsesionado por nada, no tiene obsesiones. Está relajado, en calma, tranquilo, en silencio y sereno. Todo lo que florece en su silencio es bueno. Es siempre bueno. Vive en una conciencia sin elecciones.Así que debes llegar más allá del concepto corriente de hombre bueno. No serás bueno ni serás malo. Simplemente estarás alerta, consciente, despierto, y todo lo que venga después será bueno. Dicho de un modo diferente: en la conciencia total alcanzas la cualidad de la divinidad, y el bien es solo un pequeño subproducto de la divinidad. Osho.

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