viernes, 29 de octubre de 2010

Canta “Aum”

Cuando sientas demasiada perturbación alrededor o que tu mente está demasiado distraída, simplemente canta “Aum”.
Toma la costumbre de al menos veinte minutos por la mañana y veinte minutos por la noche de sentarte en silencio en una postura cómoda y, con los ojos semiabiertos, simplemente mira hacia abajo.  La respiración debe ser lenta y el cuerpo no debe moverse.  Empieza a cantar “aum” en tu interior; no hay necesidad de decirlo en voz alta.  Será más penetrante con los labios cerrados; ni siquiera la lengua debe moverse.  Repite “aum” rápidamente: “aum, aum, aum”… rápida y fuertemente pero dentro de ti.  Sólo siente que está vibrando por todo el cuerpo: de los pies a la cabeza, de la cabeza a los pies.
Cada “Aum” cae en tu consciencia como una roca echada a un pozo.  Surgen pequeñas olas y se distribuyen por todos lados.  Las olas continúan expandiéndose y tocan todo el cuerpo.  Al hacer esto habrá momentos, (y serán los momentos más hermosos), en los que no estarás repitiendo nada y todo se habrá detenido.  De repente te darás cuenta de que no estás cantando y que todo se ha detenido.  Disfrútalo.  Si empiezan a llegar pensamientos comienza nuevamente a cantar.
Cuando lo hagas de noche, hazlo al menos dos horas antes de acostarte.  Si en cambio lo haces justo antes de ir a la cama no podrás dormirte porque te habrá refrescado de tal manera que no tendrás sueño.  Sentirás como si fuera de mañana y hubieras descansado bien, así que no tendrá sentido dormir.
Puedes hacerlo rápido, o bien encontrar tu propio paso.  Después de dos o tres días encontrarás el ritmo que se acomode a ti.  A algunas personas les acomoda hacerlo muy rápido, “aum, aum, aum”, casi solapándose.  A otros les acomoda hacerlo muy despacio.  Depende de ti.  Hazlo de la manera que más te acomode.
OSHO

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