viernes, 29 de octubre de 2010

Muévete de la cabeza al corazón

Sentir es la  vida verdadera.  Pensar es ficticio porque siempre es acerca de algo; nunca es la vinculación con la cosa en sí.  No es pensando en el vino como te intoxicas, sino bebiéndolo.  Puedes ponerte a pensar en el vino, pero con sólo pensar en él jamás te intoxicarás.  Tienes que beberlo, y  el beberlo sucede a través del sentimiento.
Pensar es un pseudo-actividad, una actividad sustituta.  Te da una percepción falsa de que algo sucede, pero no sucede nada.  Entonces pasa de pensar a sentir, y la mejor manera será empezar respirando desde el corazón.
Durante el día, tantas veces como te acuerdes, simplemente respira profundamente.  Siente cómo la respiración golpea justo a mitad del pecho.  Siente como si toda la existencia estuviera fluyendo hacia tu interior, en el lugar donde está el centro de tu corazón.  Varía según la persona; en general está hacia la derecha.  No tiene nada que ver con el corazón físico.  Es una cosa totalmente diferente; pertenece al cuerpo sutil.
Respira profundamente, y siempre hazlo al menos cinco veces.  Inhala y llena el corazón.  Sólo siente en el centro la manera en que la existencia está fluyendo a través del corazón.  Vitalidad, vida, lo divino, la naturaleza: todo está entrando.
Entonces exhala profundamente, otra vez desde el corazón, y siente que vuelves a lo divino, a la existencia, todo lo que se te ha dado.
Hazlo varias veces al día, pero siempre que lo hagas respira cinco veces seguidas; esto re ayudará a pasar de la cabeza al corazón.
Te volverás más sensible, más consciente de muchas cosas de las que no lo estabas.  Vas a oler más, gustar más, tocar más.  Vas a ver más y a oír más; todo se volverá intenso.  Entonces muévete de la cabeza al corazón y todos tus sentidos se volverán luminosos de repente.  Sentirás cómo la vida realmente vibra dentro de ti, lista para saltar y fluir.

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