sábado, 2 de abril de 2011

Ascender deriva de dentro


Si quieres ascender, lo primero que tienes que hacer es reconocer que ascender deriva de dentro, no es una cuestión de actitud entre la
humanidad, sino algo privado e interno. Hay que elevarse desde dentro y según el nivel de vibración que tienes, así accedes al nivel vibratorio similar.
Para ello, procura no relacionarte con personas de bajo nivel vibratorio, o, por lo menos, personas que te arrastran a él; haz lo mismo con las situaciones.
Hay personas que aunque su nivel vibratorio más usado es bajo (todas llevan todas las dimensiones en su interior, y con ello todas las capas vibracionales), contigo se dejan llevar y usan un nivel más alto. Júntate con esas y que de motu propio se elevan.
Las primera no te harán daño. Las segundas, te ayudarán, o irán junto a ti lanzadas hacia arriba.
Te elevas con la conciencia, no con los actos. Los actos, si no son
derivados de la consciencia, sino de un aprendizaje humano, no sirven para nada, sólo son una representación de algo ajeno a ti.
No se trata de llevar a cabo cosas que puedas hacer o que no. Se trata de estar consciente de en qué lugar estás cuando “haces”.


Todo esto fue un sueño


En un principio lo que hoy es hombre con un cuerpo estaba disperso, entremezclado con todo lo demás, con Todo lo que Es. Pero en un momento dado se definió como identidad individual dentro de la Identidad a la que pertenecía, y entonces necesitó definir esa identidad más allá de su Conciencia. Se tuvo que delimitar para poder RECONOCERSE.
Todo esto fue un sueño, no fue más que una fantasía.
Al delimitarse nació un “yo” y un “lo otro”. Pero al surgir esta conciencia de yo y lo otro, de modo natural, esta idea se fue materializando.
Porque toda Creación se realiza en un plano inferior a la idea de ella. Entonces se materializó esta diferencia en la conciencia. Pero esto no bastaba. Tenía que llevarse a cabo en una realidad en la que el yo se pudiera representar de manera obvia en contraposición a todo aquello de lo que se independizaba. Se necesitaba un “lugar” donde la frontera pudiera llevarse a cabo. Es por eso que el hombre descendió hasta esa dimensión donde la frontera pudiera ser realidad. Primero surgió la frontera mental (plano mental), luego la emocional (plano emocional), luego la etérica, que dio paso a la física. Y el hombre llegó aquí para vivirse como independiente de Todo lo que Es, que en definitiva se trata de Aquello de lo que toma su sustancia.
Pero en ese plano el hombre no se puede autoabastecer así que, aún
confrontándose y sintiéndose independiente de lo otro, necesitó de eso otro para regenerarse, puesto que había renunciado a su fuente natural de vida, de existencia. Entonces se creó una lucha de poder, confrontación y vampirismo con los demás.
En esas andamos hoy en día, pero habiendo olvidado el proceso,
creyéndonos el cuento. Luchamos, por una parte, contra los demás, para mantener esa independencia y por otra compartimos con ellos para seguir relacionándonos con aquello de lo que nos desligamos de modo voluntario (se nos está acabando el recurso energético divino).
Cogemos del otro porque se nos olvidó que tenemos una puerta de
entrada, un vínculo natural con esa Identidad mayor a la que no hemos dejado de pertenecer. Al cogerla en los otros viene cualificada,entonces surge el conflicto, porque la necesitamos pura, y generamos conflicto con el otro porque no nos la da pura.
Entonces nos enfadamos, nos enfrentamos y luchamos con el otro para que modifique su identidad de tal forma que podamos abastecernos en él de esa energía que necesitamos.
Pero el otro a su vez está en las mismas con nosotros.
Todo eso está muy bien. Responde a un juego que nos montamos y
teníamos todo el poder y derecho a hacerlo. Hay un único problema:
Olvidamos que era un juego. Y que en un lugar de nuestra mente, y
corazón, existe una válvula que está siempre lista para recibir la
energía de la que formamos parte.
Al abrir esa puerta, perdemos un poco de nuestra identidad en el
juego. Y al haber creído en este juego, esta identidad es a lo que le
hemos dado el mayor valor. Estamos aferrados a nuestra identidad.
Hasta que no recordemos de dónde proviene nuestra situación actual,no podremos sanar todo esto. Cuando lo comprendamos, dejaremos a cada cual en el lugar del juego que se encuentra y nosotros siempre tenderemos a ir a lo más alto de nuestro recuerdo, a aquel del que tengamos una mayor conciencia.
Mientras queramos adoptar la actitud de ascender sin comprender todo esto, nos estaremos engañando, seguiremos víctimas del juego y por lo tanto de los demás, con sus exigencias y tiranías. Las asumiremos, pero como mártires, no como Seres Conscientes, no con sinceridad y salvación. Y seguiremos en el juego pero incluso más bloqueados para poder salir de él, porque nos habremos echado un velo más al creer que hemos encontrado el camino de Salvación.
Si adoptáramos esta actitud, bloquearíamos nuestros cuerpos y nos
consumiríamos al dejar de coger del otro y de nuestra identidad, nos
apagaríamos y dejaríamos de existir aquí sin saber porqué no nos
hemos salvado. Si hiciéramos esto, nos desenergetizaríamos.
Así que recuerda que todo esto es un juego y que todo lo que quieres ya te pertenece, que sólo con permitirte recibirlo, la válvula se abre y te llega lo necesario de Todo lo que Es. No lo tiene “el otro”. Pero tampoco tu tienes lo que “el otro” necesita.








Mundos de Eter

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