lunes, 18 de octubre de 2010

El tonto duerme...

Todos estáis dormidos, así que todos sois tontos. No os sintáis ofendidos. Las cosas
hay que decirlas tal como son. Funcionáis en sueños; por eso vais dando tumbos,
seguís haciendo cosas que no queréis hacer. Seguís haciendo cosas que habéis
decidido no hacer. Seguís haciendo cosas que sabéis que no están bien y no
hacéis co sas que sabéis que están bien.

¿Cómo es posible tal cosa?
¿Por qué no podéis andar derechos? ¿Por qué seguís atrapados en caminos que no
conducen a ninguna parte? ¿Por qué seguís extraviándoos?

A un joven con bonita voz le
proponen participar en una función teatral, pero él intenta librarse diciendo
que siempre pasa vergüen za en ese tipo de ocasiones. Le aseguran que será muy
fácil, y que solo tiene que decir una frase: «Vengo a robar un beso y corro al
combate. ¡Ah! Oigo un disparo de pistola...», y después abandonar el escenario.

Durante la función, el joven
sale a escena, ya muy avergonzado por los cortos y ajustados pantalones
coloniales que le han hecho ponerse en el último momento, y queda completamente
trastorna do al ver a la bella heroína que le espera tendida en una hamaca de
jardín, con un vestido blanco. Carraspea y declara: «Vengo a sobar un berro...
no, a robar un beso y combo al carrete, digo, corro al combate. ¡Ah! Oigo un
pistolo de dispara... no, un esporo de pistilo, un pistado de perola...
¡Mierda, me cago en todos vosotros! ¡Ya os dije que no quería actuar en esta
maldita función!»

Eso es lo que está pasando.
Examina tu vida. Todo lo que sigues haciendo es tan confuso y confunde tanto...
No tienes nada de clari dad, no tienes nada: de percepción. No estás alerta. No
ves, no oyes... Desde luego, tienes oídos para oír, pero dentro no hay nadie
que lo entienda. Desde luego, tienes ojos para ver, pero dentro no hay na die.
Tus ojos siguen viendo y tus oídos siguen escuchando, pero no se comprende
nada. Y a cada paso das un tropezón, a cada paso co metes algún error. Y aún
sigues creyendo que estás consciente. 

Desecha por completo esa
idea. Desecharla constituye un gran salto, un gran paso adelante, porque en
cuanto abandonas la idea de «estoy consciente» empiezas a buscar y rebuscar
maneras y medios para estar consciente. Así pues, lo primero que tienes que
meterte en la cabeza es que estás dormido, completamente dormido.

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